"Un grupo no puede sobrevivir si el 60% de sus miembros son adictos a la heroína o al crack", eso, que es muy cierto, lo decía su propio vocalista y líder, Lias Saoudi, a un periodista de nuestro país no hace mucho, con motivo de la edición del que hace tres en su lista de álbumes con los que ya cuentan en una autodestructiva carrera marcada no sólo por las (fuertes) adicciones de sus protagonistas, sino por un ánimo nihilista, casi más allá del punk, que ha guiado sus pasos y ha generado una auténtica leyenda negra entorno a ellos.
Obviamente, las cosas se han calmado. Desde que la banda se formara en el sur de Londres (Peckham) allá por 2011, la observancia de su trayectoria hace realmente sorprendente que hayan llegado al punto en que se encuentran actualmente. Peleas, defecaciones, desnudo integral, parafernalia nazi, actitud amenazante y sobre todo, el más absoluto caos eran, básicamente, los elementos que condimentaban una puesta en escena que fue atrayendo cada vez a más gente. Se convirtieron, básicamente, en aseguradores de emociones fuertes con total desinhibición a la hora de mezclar unas influencias musicales que iban desde de Stooges, Trhobbing Gristle, The Fall o Birthday Party a otras más variadas como Kraftwerk, Lou Reed o Dylan, así como las diversas herencias culturales de Lias y Nathan Saoudi, los dos hermanos que vertebran la banda, de procedencia argelina.
Foto: Paul Bachmann, Live4ever |
Así pues, y dado que Lias llevaba tiempo ubicado en Sheffield, decidió trasladar a toda la banda a esta ciudad industrial, aunque con una escena cultural interesante, para alejarla de la heroína, la cocaína y el crack (pero eso sí, sin abandonar amplias dosis de alcohol, marihuana, ketamina, ácido y otras cosas...) y así poder componer un disco en condiciones. El resultado se tituló Serf's Up y es su primera experiencia con la gran discográfica Domino.
No se sabe si por la ausencia de drogas, por estar ahora en una discográfica importante o por que han echado cabeza, la verdad es que el tercer disco del sexteto amplía la paleta estilística para alejar el sonido de la banda del post-punk nihilista salpicado de electrónica que venían haciendo, en lugar de ello, comienzan a jugar con texturas cada vez más complejas y densas que traen a primer plano una querencia por el soul, el funk y el disco, conjugándolas con el glam y no sin emplear amplias dosis de oscuridad y opacidad lírica marca de la casa. No han rebajado, por tanto, su intensidad ni su discurso inconformista de clase obrera, máxime en un país sumido en la confusión del Brexit, que en estos días hemos visto al fin llegar a su, en mi opinión y en la de muchos, desafortunado término.
Quizá por todo eso, o simplemente porque tocaba, estamos ante su disco más lúcido y más vertebrado. Doce canciones que demuestran madurez, sin perder ese halo de peligro que siempre les ha caracterizado, sólo que ahora es menos explícito. Dicen que sus conciertos han dado un giro importante, igual que su música, pero que ese giro ha sido a mejor. Tocará comprobarlo en las tres fechas que tras la actuación en el País Vasco francés (Biarritz), ofrecerán en España:
6 de febrero - Madrid, Sala But
7 de febrero - Valencia, Ram Club
8 de febrero - Barcelona, Apolo
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