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viernes, junio 05, 2020

1980: 20 discos imprescindibles que cumplen 40 años.



Como siempre, el hecho de que el rock se vaya haciendo anciano -al igual que los que lo hemos disfrutado toda la vida- es algo inevitable y en ocasiones hasta entristecedor, pero a la vez determina una serie de efemérides que permiten recuperar algunas obras importantes. Hace 40 años, en 1980, se estableció una especie de "curso puente" entre el punk, la subsiguiente nueva ola o la disco music y lo que estaba por venir en aquella década tan despreocupada y loca que se inauguraba. Es interesante repasar, a través de estos 20 álbumes, el amplio amalgama de estilos que fueron cimentándose a través de ellos. Es un listado ecléctico en el que seguramente faltarán algunos discos mayúsculos, pero en el que creo que he conseguido reunir varios de los que realmente fueron importantes para el devenir de la música futura. Vamos a ello...



20. The Police - Zennyatta Mondatta: el tercer lp de la banda formada por Sting, Andy Summers y Stewart Copeland es, en mi opinión, el que mejor ofrece de los cinco que grabaron todas las cualidades que tenía el trío, que eran muchas: una pericia instrumental absolutamente descomunal, una compenetración que les convertía en una máquina de ritmo y una capacidad para componer hits impresionante. Aquí "Don't stand so close to me" o la canción con el título más estúpido del mundo, "De do do do, de da da da", dan buena muestra de la inmediatez con que eran capaces de hacer diana, pero además todo lo que acompaña a los obligatorios dos singles que hicieran seguir funcionando a la máquina de hacer dinero tenía la suficiente enjundia como para reconocer en ellos unos músicos mucho más visionarios de lo que su fama nos ha hecho creer: su fusión de ritmos caribeños, jazz, pop y rock era muy personal y estaba ejecutada de una manera que establece un puente imposible entre dos géneros tan dispares como el progresivo y el punk, normalizando de alguna manera la evolución del rock hacia el fenómeno de estadio en que se convirtió en los ochenta. "Driven to tears", "When the world is running down..." o "Shadows in the rain" dan muestra de una banda capaz de hacer música a la vez compleja y accesible, algo a lo que muy pocos han llegado con acierto.

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19. Kurtis Blow - Kurtis Blow: el debut de este rapero neoyorquino supone uno de los pistoletazos de salida de un género, el hip-hop, que ha ido escalando peldaños hasta alcanzar una hegemonía que llega a nuestros días. Estableciendo un enlace entre la música disco y lo que vendría poco después de la mano de artistas como Run DMC, LL Cool J o Public Enemy, Kurtis venía de la más pura tradición del maestro de ceremonias (MC) que animaba a la gente a bailar mientras el verdadero protagonista, el DJ, se preparaba para el "get down", es decir, el momento álgido de la canción, el momento de baile frenético, que al final acabaría siendo la base sobre el que estos tipos armados con un micro escupían sus rimas. Aquí, además, las bases cumplen muy bien su función, bajo la producción del equipo formado por Robert Ford y J.B. Moore y mediante sugestivos riffs de guitarra y ritmos endiablados, logran texturas que han sido posteriormente sampleadas hasta la saciedad, como ese clasicazo que es "The Breaks". Kurtis se deja la piel rapeando, animando y rimando e incluso canta una baladita (la tierna "All I want in this world (is to find that girl)") y claro, resulta algo ingenuo en comparación con la idea que tenemos hoy de los rappers, pero lo que nadie puede quitarle es que él fue el primero en llegar y que en este disco hay mucho más de lo que pueda parecer por su carácter de mero envoltorio de una idea feliz convertida en éxito. Hay que ver todo lo que trajo detrás esa idea feliz...

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18. Motörhead - Ace Of Spades: el cabronazo de Lemmy y sus dos secuaces, tras alumbrar nada menos que dos discazos como Overkill y Bomber durante el año anterior, decidieron dar el todo por el todo con este definitivo tratado de cómo convertir el rock and roll clásico en algo tan rápido, peligroso y sucio que se reía del punk en sus propias narices. No había nadie como ellos, capaces de taladrar oídos y cerebros como si de una Black & Dekker se tratara. El himno poderoso que supone la inaugural canción titular no se haya para nada solo en el conjunto de un disco absolutamente perfecto: el potente riff de "Love me like a reptile", el proto-speed metal de "Shoot you in the back" o ese agita cabezas infalible que es "(We are) The road crew" son muestras de que la banda era una máquina de matar perfectamente engrasada para tomar al asalto las listas británicas. Y así lo hicieron: el disco fue número 4 en listas e inauguró el éxito de público -y también de crítica- de una banda que quedaría por siempre como un legendario referente para las generaciones venideras, no sólo del metal, sino del rock en general. La palabra "apisonadora" se inventó para ellos. Este es un disco básico del rock.

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17. OMD - Orchestral Manoeuvres In The Dark: el debut de los de Liverpool puede considerarse el disco inaugural de lo que se ha llamado Synth-pop o Tecno-pop, como lo conocemos aquí. Partiendo siempre desde los planteamientos de los alemanes Kraftwerk, el dúo formado por Andy McCluskey y Paul Humphreys, se las apañaba muy bien con las maquinitas, pero también dando forma a melodías que convertidas en canción daban lugar a interesantes texturas que ni siquiera portentos posteriores de su país como Depeche Mode o Human League consiguieron emular. La voz de Andy tenia esa cadencia lánguida que la hacía atractiva y en ocasiones, hasta desoladora y las bases que componían éste con su bajo y el otro con los rudimentarios sintes de la época, estaba llena de imaginación y futurismo. Dos himnos eternos como "Electricity" o "Messages" no se los salta un galgo, pero pese a lo que cree la mayor parte de la gente, OMD no eran sólo un grupo de singles. Conseguían poner en marcha lp's tan generosos en ideas como éste o el otro que publicaron este año, un Organisation que contenía el hitazo "Enola Gay", que les situó merecidamente en la cumbre. Y, por favor, un fuerte aplauso para esa portada del genial Peter Saville!!

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16. Diana Ross - "Diana": la diva más diva del soul, reina indiscutible del sonido Motown y novia de América estaba en horas bajas en la resaca del sonido disco. En 1979 había tenido una serie de decisiones desacertadas, entre otras su participación en ese bodrio de película que es "The Wiz", la adaptación del Mago de Oz que protagonizó junto a su "ahijado" Michael Jackson y que fue un fracaso estrepitoso. Necesitaba, pues, algo que la volviera a situar donde ella debía estar, en la cumbre. Y alguien tan ambicioso como ella no se iba a conformar si no con el dúo de reyes midas de la era disco: Neil Rodgers y Bernie Edwards, los poderosos artífices de Chic y de himnos imperecederos como "Le Freak" o "Good times". Logró convencerles de que le escribieran y produjeran un álbum entero y ellos se emplearon a fondo dando como resultado Diana, un disco fabulosamente frívolo y endiabladamente bailable que la erigió en reina de la pista y hasta del ambiente queer, merced a ese velado himno de salida del armario que es "I'm coming out", que junto a bombazos como "My old piano" o, por supuesto, "Upside down" supusieron uno de esos baños de masas en forma de parabienes de crítica y público que afianzan definitivamente a cualquier artista en la cresta de la ola.

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15. Dexys Midnight Runners - Searching For The Young Soul Rebels: en los estertores de los años setenta del siglo pasado casi nadie se acordaba del soul, sepultado por toneladas y toneladas de pantalones campana, bolas de espejo y una música disco que tenía, ciertamente, sus aciertos, pero en general había perdido la carnosidad y poderío sudoroso de los viejos éxitos de Motown, Stax, Curtom o Sue. No obstante, en el norte de Inglaterra, diversas poblaciones se habían erigido en reducto de resistencia sonora a base de una escena que se autodenominó por ese motivo "Northern soul" y que recuperaba oscuridades de los sesenta para a través de ellas generar toda una nueva cultura de baile. Seducidos por todo eso, dos jóvenes de Birmingham llamados ambos Kevin y apellidados uno Rowland y otro Archer (pero apodado "Al") se empeñaron en poner en en marcha toda una orquesta que reivindicara aquella escena, pero con una actitud, además, absorbida del punk y con cierto cariz socialista. El resultado fue este debut, preludio de un éxito más poderoso que llegaría con el segundo álbum, pero realmente sólido y sugestivo, merced al aura fresca y enfervorizante que envuelve a maravillas como "Burn it down", "Geno", "There there my dear" o "Tell me when my light turns green", todas ellas dotadas de un nervio y una personalidad indiscutible, entre otras cosas por la peculiaridad vocal de Rowland, que hace de éste uno de los mejores discos alumbrados en las islas británicas durante una década que allí fue casi tan prodigiosa como la de los sesenta.

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14. The Cramps - Songs The Lord Taught Us: otra gran recuperación que tendrían los ochenta es la de los sonidos del garage rock de los sesenta. En los Estados Unidos, tras la invasión pop británica, se produjo una verdadera marabunta de bandas que, intentando emular a Rolling Stones, Them o Yardbirds, acabaron emitiendo unos sonidos realmente crudos y salvajes que fueron mucho más allá de lo que intentaban  copiar. Todo esto ya pertenecía al olvido en los setenta, pero la recopilación Nuggets, orquestada por el guitarrista de la banda de Patti Smith, Lenny Kaye, puso todas esas oscuridades en el candelero y por consiguiente, volvieron a surgir bandas jóvenes que trataban de traer a la actualidad toda esa furia salvaje. Unos de los que mejor lo hicieron fueron The Cramps, que desde california se las apañaron para mezclar ese garage proto-psicodélico con el rockabilly oscuro de los cincuenta y la estética de las películas de serie B, las pin-ups y hasta el sado-maso, con un par de personajes al mando, Lux Interior y Poison Ivy, que parecían salidos de un capítulo de The Munsters. Grabado bajo la batuta de Alex Chilton, Songs The Lord Taught Us les embarcó en la invención involuntaria de un nuevo género , el psychobilly, cuya onda expansiva llega a nuestros días. Y es que canciones tan sucias y gamberras como "TV set", "Garbage man", "Zombie dance" o su excelsa versión del "Strychnine" de The Sonics es normal que causaran gran impacto, lo cual obviamente no se vio reflejado en éxito de ventas, puesto que esto era verdaderamente underground, pero si en un sólido culto que les convertiría en las leyendas que siguen siendo hoy día, pese a la desaparición hace largo tiempo ya de sus protagonistas.

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13. Dead Kennedys - Fresh Fruit For Rotting Vegetables: la onda expansiva del punk tuvo diversas manifestaciones, tanto temporales como geográficas. La  primera tuvo lugar en la costa este de los Estados Unidos, la segunda, en las islas británicas y la tercera, también en Estados Unidos, pero en la otra punta, la costa oeste y California, en concreto. Precisamente de San Francisco procedían esta banda de gamberros desarrapados, capitaneados por un personaje subversivo y peligroso llamado Eric Boucher, pero más conocido como Jello Biafra. La bomba atómica que lanzaron en forma de disco bajo el curioso título de "fruta fresca para verduras podridas" es un artefacto tan bestial, que a partes iguales tanto espantó a la conservadora y puritana sociedad que les rodeaba, como por supuesto acabó seduciendo a los jóvenes, que buscaban con anhelo este tipo de reacciones hacia el encorsetamiento republicano gobernante en su país. De este modo, la mecha que prendieron acabaría generando toda una escena que derivaría en el straight edge y el hardcore, a base de acelerar muy mucho los dictados musicales que venían desde Inglaterra de la mano de Clash o Pistols y meterles unas letras delirantes y bestiales con títulos tan bonitos como "Kill the poor", "California uber alles" o "Hollyday in Cambodia", que acabaron convirtiéndoles en poco menos que los enemigos públicos número uno. Bien por ellos!

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12. Young Marble Giants - Colossal Youth: otra de esas anomalías que marcan el camino a seguir. La banda que al sur de gales formaron los hermanos Moxham, Phillip y Stuart, junto a la vocalista Alison Statton no se parecía absolutamente a nada hecho antes. Empleando los menos elementos posibles y un gusto por la baja fidelidad abrumador, el candor con el que mostraban sus planteamientos fue determinante para todo el indie pop que acabaría llegando durante la década que empezaba. Colossal Youth fue el único disco de estudio de una banda que jamás persiguió el éxito ni la relevancia, sólo hacer las cosas a su manera. ¿Hay algo más a contracorriente? Ellos fueron el indie antes del indie, labrando nuevos caminos de expresión con unas canciones que no perseguían el formato habitual, si no más bien un concepto, que ellos revestían de los menos elementos posibles. No sé si puede calificarse de temazos a "Searching for Mr. Right", "Constantly changing" o "Wurlitzer jukebox", pero sin duda le trasladan a uno a otro mundo completamente diferente al que ofrecía la música pop al uso. Ellos generaron un nuevo lenguaje que ni siquiera el punk había anticipado y lo consiguieron con un sólo disco. Creo que sólo por eso merecen todos los laureles.

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11. Peter Gabriel - Peter Gabriel: estaba claro que unos egos tan grandes como los de Tony Banks, Mike Rutherford, Steve Hackett y sobre todo, Phil Collins y Peter Gabriel no cabían todos juntos en la misma banda. El propio Gabriel demostró, con su primer disco en solitario tras el abandono de la banda que él había contribuido tanto a convertir en el gigante que era, que tenía una identidad propia suficiente como para merecer un seguimiento totalmente al margen del foco de Genesis. Con este tercer esfuerzo, titulado sólo con su nombre, lo cual sería común a los cuatro primeros lps de su trayectoria, aunque conocido habitualmente por los fans bajo el sobrenombre de Melt ("derretir") por la forma en que se espachurra la cara de Gabriel en la portada, está considerado casi de forma unánime como el mejor de un creador siempre en búsqueda de nuevos lenguajes. Aquí podríamos decir que están todos los elementos que han hecho de él un compositor e intérprete con un papel tan preponderante en la historia del pop. Producido por el legendario Steve Lilywhite y con colaboraciones estelares a cascoporro (Paul Weller, Tony Levin, Phil Collins, Kate Bush...) se aparta del encorsetamiento rock para buscar en otros mundos como la música africana, el funk, el jazz o la electrónica y crear alto totalmente nuevo que generaría logros tan descomunales como "Games without frontiers", "Family snapshot" o "Biko", todo un alegato anti-apartheid que, al contrario de muchos otros casos, no resultaba ni empalagoso ni poco creíble. Uno de esos discos monumentales en lo que está prácticamente todo lo que puede ofrecer un genio de este tamaño.

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10. The Feelies - Crazy Rhythms: el de los de New Jersey es otro de esos casos de "hazlo tú mismo" que han contribuido especialmente a la construcción del concepto del rock independiente (el de verdad). Su ópera prima, este Crazy Rhythms, goza así de tanta personalidad que es casi imposible encontrarle parangón en la historia de la música, aunque están claras sus referencias a Velvet Underground o Television, pero ellos lo aceleraban todo y lo convertían en algo muy loco y genuino. Es un disco que pasa de la calma a la tormenta, o mejor dicho, a la aceleración nerviosa, con una facilidad abrumadora. No hay más que escuchar su desquiciada versión de los Beatles, ese "Everybody's got something to hide except me and my monkey" que resulta de lo más desquiciante. De la misma manera, sus propios temas conseguían mostrar senderos creativos jamás explorados que serían una fuerte influencia para bandas futuras. Eran tan raros que tuvo que ser un sello inglés, Stiff, el que les editara Crazy Rhythms, una maravilla con joyas dentro del tamaño de "Fa ce la", "Loveless love", la titular o la definitoria "The boy with the perpetual nervousness". Se dice pronto, pero si no hubieran existido las cosas no hubieran sido igual en el futuro. Hoy podemos rastrear perfectamente su influencia en bandas como Rolling Blackouts Cóastal Fever, Parquet Courts, Fountaines DC, Nap Eyes, Shame y tantos otros.

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09. Prince - Dirty Mind: este fue el disco con el que el genio de Minneapolis definitivamente explotó como el portento creativo que era. A partir de Dirty Mind ni él mismo, ni la música pop o la afroamericana, serían lo mismo. Su mezcla sin tapujos de los mundos blanco y negro, pasando de camino por un destape sexual totalmente andrógino y con querencia especial a lo escandaloso fue totalmente revolucionario. Empezando por la portada, que le muestra en plan pecho-lobo y con taparrabos, nada en él está dentro de lo común: cómo no, compuesto, producido, arreglado e interpretado por Prince, desde la endiablada lección de funk que lo abre con la canción titular, la orgía es de dimensiones épicas. Un single tan infalible como "When you were mine", más tarde éxito a manos de Cindy Lauper, generaba la suficiente accesibilidad como para que irreverencias tales como "Do it all night", "Sister" o el alegato a la felación que supone "Head" pasaran algo más desapercibidas de lo que lo hubieran hecho, además, baladones marca de la casa como "Got a broken heart again" o la jam final con "Party  up" contribuían a dar forma a ese variado crisol que serviría de modelo a todo lo que vendría en una carrera que en la década que comenzaba acabaría siendo estratosférica.

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08. The Jam - Sound Affects: partiendo desde el punk, la trayectoria del grupo que un jovencísimo Paul Weller, junto a sus colegas Bruce Foxton y Rick Butler, había formado para emular a la vez sus obsesiones mod y el nervio que imperaba en la Inglaterra de entonces, había llegado a un punto especialmente álgido con el inicio de la nueva década. Tras producir su tercer álbum, un All Mod Cons que muchos consideran su mejor trabajo, habían experimentado un pequeño bajón con un disco solvente como Setting Sons, pero no tan brillante como cabía esperar. De este modo, Weller decidió emplearse a fondo en las nuevas composiciones que darían forma a Sound Affects, un disco que vendría influido además por la psicodelia y en el  que las  guitarras cobrarían un protagonismo especial. Sería algo así como su versión del Revolver, de sus adorados Beatles (de hecho, hay un guiño bien claro en la forma de la línea de bajo de "Start!", que emula la de "Taxman"), pero traída a los tiempos de la new wave. Y vaya si lograron un trabajo afinado. Es difícil decirlo, pero probablemente sea la colección más potente y cohesionada que la banda que ya por entonces reinaba en las listas del Reino Unido jamás ensamblaron. Junto a singles como la citada "Start!" o esa golosina folk-rock que es "That's entertainment"-probablemente la mejor canción del trío- tenemos toda una serie de clásicos de su repertorio, como "Boy about town", "Monday", "But I'm different now", la maravillosa "Man in the corner shop" o la rabiosamente oscura "Set the house ablaze". Una obra maestra que fue el culmen de una época muy determinada y que anticipó la llegada, más o menos 15 años después, de lo que se llamaría Brit Pop.

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07. Judas Priest - British Steel: el heavy metal tal como lo conocemos hoy no sería en absoluto lo mismo sin este disco, que no es más que la evolución de lo planteado por Black Sabbath en sus primeros discos, tocado mucho más rápido y con cuero y tachuelas de por medio. La banda de Rob Halford ya había dado muestras de su visión de las cosas con Stained Class  y Killing Machine, pero con British Steel redondean de tal manera la fórmula, que es imposible resistirse a su impacto. Desde el segundo uno entran como una apisonadora en tu cabeza para  trastocarla del todo. Una energía sin precedentes es lo que logra que temas tan sensacionales como "Rapid fire", "Metal gods", "Grinder" o, por supuesto, las eternas "Living after midnight" y "Breaking the law", se conviertan en clásicos absolutos tanto de su repertorio como del género y poco menos que himnos nacionales para cualquier melenudo headbanger que se precie y hayan tenido la trascendencia que siguen teniendo como referentes de toda una cultura, que ellos con este disco mayúsculo definieron a la perfección. Si quieren saber lo que es el heavy, no tienen más que escuchar esto y se enterarán.

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06. David Bowie - Scary Monsters (And Super Creeps): lo de Bowie nunca ha entrado dentro de los parámetros humanos. A él no se le puede medir con el mismo rasero que al resto de los mortales. Es eterno, divino y majestuoso y sus discos, al menos hasta la entrada de los ochenta, así lo demostraron. Scary Monsters digamos que fue el culmen de todo eso, recogiendo todo lo sembrado tanto en  su etapa al frente de los Spiders From Mars, su pequeña incursión en el soul de Estados Unidos y sobre todo, sus años en Berlín de la mano de Brian Eno. Tocaba condensar todo eso en un sólo disco que le definiera una vez más como autor al margen de todo y de todos y señalador de camino y tendencia. Las guitarras asesinas de Robert Fripp, colaborador destacado del disco, se entrelazan con las del igualmente genial Carlos Alomar en la inicial "It's no game", una marcianada rock que abre boca para un banquete que alberga las mejores cualidades de su autor, tanto a nivel melódico, como de hallazgos experimentales, que aunque ya no incluyen la siempre inquieta imaginación de Eno, siguen estando ahí, esta vez con la recuperación de Tony Visconti a la producción, que contribuye a generar de nuevo un sonido que reconcilió al duque blanco, al menos momentáneamente, con el rock, con temas tan directos como "Because you're young", "Teenage wildlife" o la titular y, por supuesto, hits del tamaño de "Fashion" o la segunda parte de la historia del Major Tom, iniciada en "Space oddity", ese "Ashes to ashes" que es sin duda una de las cimas de su autor en un disco que quizá sea la última de sus obras maestras clásicas.

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05. B52's - Wild Planet: el segundo disco de los de Athens llegó para redondear la ensalada que armaban a base de mezclar funk, pop sesentero y mucha laca esta anomalía sin parangón en la historia que son The B52's. Wild Planet se grabó a todo trapo en los estudios Compass Point de Nassau, en las Bahamas, bajo la co-producción del técnico Rhett Davies y con unas canciones que formaban parte de su repertorio desde sus inicios, de forma que estaban perfectamente engrasadas y pudieron tomarse su tiempo en producirlas como es debido. Por eso el disco tiene un sonido tan poliédrico que lo hace inmediatamente incitador al baile y la fiesta de una manera irresistible. Los aciertos melódicos y rítmicos son infinitos en unas canciones que juntas más parecen una recopilación de singles que un lp al uso. Bombas como "Give me back my man", "Running around", "Dirty back road" o "Devil in my car" unidas a esos dos singles perfectos que son "Party out of bounds" y por supuesto "Private Idaho", tema que les aupó de nuevo a las listas, dan forma a uno de esos discos  que si no se tienen, uno nunca llegará a saber lo divertido que puede llegar a ser esto del rock.

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04. Elvis Costello & The Attractions - Get Happy!: a estas alturas, el gafotas y sus Attractions eran ya los reyes absolutos de ese invento que se denominó "nueva ola", como término diferenciador del punk que dio origen a una nueva y más variopinta generación de bandas que partiendo de sus planteamietos de libertad comenzaron a encontrar en la melodía su mejor baza para avanzar hacia el éxito. Costello fue el que mejor supo capitalizar todo eso, pues era un compositor inteligente, erudito musical y tenía el suficiente nervio y actitud punk como para generar un seguimiento masivo hacia su figura. Puede que su éxito a nivel de ventas no fuera tan bestial como el de bandas como Blondie o The Police, pero su credibilidad y sobre todo, su condición de icono, eran indiscutibles. Para mi, Get Happy! su cuarto lp y el tercero con la formación clásica de su banda, es lo más perfecto que grabó jamás, partiendo, curiosamente, de la idea de hacer un disco que emulara los viejos singles de la disquera soul Stax, con gente como Sam & Dave en mente. Al final el proyecto acabó convertido en un artefacto pop, con aire soul, sí, pero tocado a la velocidad del rayo, de forma que lo que debería ser un disco doble por número de canciones (20), cabe perfectamente en uno sencillo debido a lo vertiginoso  de su interpretación. Producido una vez más por Nick Lowe y grabado mayormente en Holanda, el disco no ofrece fisura: desde la perfección melódica de "Oportunity", "Possession" o "High fidelity", hasta la candidez folk de "New Amsterdam", es el testimonio más fiel posible del momento dulce un compositor que se hallaba en la plenitud de sus facultades. Obra maestra.

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03. Bruce Springsteen & The E Street Band - The River: es realmente difícil encontrar las palabras para definir un disco como éste. Se quiera o no, Springsteen ha tenido un carácter totémico en el devenir del rock y este disco posiblemente sea la obra que mejor le dibuja en todas sus facetas, por la cantidad de temas que contiene y la calidad fuera de órbita de los mismos. Tras dos obras maestras como Born To Run y Darkness On The Edge Of Town y pasar momentos agridulces en una carrera que sufrió con creces las inclemencias del mundo discográfico, Bruce y sus muchachos al fin tenían tiempo para pensar como es debido el montonazo de canciones nuevas que el primero tenía preparadas. Barajaron al menos unas cincuenta (ver la caja The Ties That Bind) y sólo 20 acabarían en un álbum doble que es sin duda uno de los referentes en ese formato aparecidos en la historia del pop. The River es un disco mayúsculo se mire por donde se mire, que no ofrece respiro y que contiene todos los elementos que hacen de la E Street la banda monumental que es. Su sonido es potente, elegante y bien definido y el equilibrio se establece de forma magistral entre canciones festivas como "Hungry heart", "Sherry Darling", "Two hearts", que contrastan con la oscuridad depresiva de "Independence day", "Point blank", "Drive all night" o la titular, que el de New Jersey dedica a su hermana y su matrimonio truncado por un embarazo no deseado y que acabaría siendo una de las canciones más eternas de su repertorio. Este disco, a nivel personal, además, supone para el que suscribe un despertar al mundo del rock, una iniciación de camino para la que es más que adecuado, pues es uno de esos álbumes que contiene todos los ingredientes que hacen de este invento una forma de vida. Absolutamente imprescindible.

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02. Talking Heads - Remain In Light: la primera experiencia con Brian Eno de la banda neoyorquina tuvo lugar con la grabación de Fear Of Music (1979), un disco que les trasplantó a otra dimensión totalmente diferente a la inicial como una banda art-punk mas de la gran manzana. Se hallaron por primera vez a unos niveles creativos que les situaban a galaxias de la mayoría de artistas de su época. Lo malo es que eso trajo las primeras fricciones, sobre todo entre el líder, David Byrne, y la bajista Tina Weimouth, que vinieron acompañadas por las pretensiones de aquél de empezar a volar en solitario y  también el ir rondándoles la cabeza a ella y a su pareja, el batería Chris Franz, la idea de montar un grupo por su cuenta, lo que acabaría siendo Tom Tom Club. Por eso este disco inicialmente iba a ser un proyecto solo de Byrne en colaboración con Eno (de hecho al final conseguiría ese objetivo, en el 81, con My Life In The Bush Of Ghosts), pero antes de que llegara la sangre al río la cosa reculó y la banda y el británico fueron para Nassau, a los estudios Compass Point para dar forma en el estudio a lo que habían ido tejiendo entre los cuatro miembros del grupo en base a sesiones de improvisación de las que iban saliendo retales a los que había que dar forma. Ahí es donde intervino Eno, trabajando en ensamblar las pistas individuales para formar polirritmos, tomando como base la música del nigeriano Fela Kuti, cuyo afrobeat sería en gran parte el referente de este álbum. De esta forma, la tradicional forma de componer de la banda trabajando sobre canciones que Byrne traía ya casi hechas, cambió completamente. La labor colaborativa dio fruto en un disco poliédrico, asombroso, lleno de matices y miles de salidas por la tangente, al que no es necesario acudir con actitud sesuda para encontrarle el gusto, eso es bastante fácil con temas tan redondos como "Once in a lifetime" o "Houses in motion", pero cuando uno se pone "a estudiar"todos los detalles que componen su puzzle, queda ojiplático para una buena temporada. Un trabajo absolutamente genial de una de las bandas más influyentes de todos los tiempos.

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01. Joy Division - Closer: uno de esos discos dignos de figurar entre los diez más prominentes de la historia del rock. Para cuando el segundo trabajo de Joy Division fue publicado, en julio de 1980, su cantante, Ian Curtis, ya se había quitado la vida ahorcándose en su cocina. Era demasiado joven para hacer algo así y el contenido de este disco y de los dos singles que le rodearon, "Love will tear us apart" y "Atmosphere" dan idea de todo lo que nos perdimos con esa desaparición. Los de Manchester eran una banda inquieta y llena de talento con uno de los frontmen más carismáticos de la historia en sus filas, nada les podría haber parado, excepto algo así. Closer llegaba dos meses después del fatídico suceso y alcanzó el número diez de las listas británicas, dando el espaldarazo definitivo a un género, el post-punk, que jamás llegaría tan alto como lo mostrado en el interior de este artefacto que ya desde el envoltorio, con esa enigmática portada basada en una fotografía del mausoleo de una familia italiana a cargo de Bernard Pierre Wolff y diseñada, cómo no, por Peter Saville, quita la respiración. Es un disco que sustrae el aire de la habitación cuando está sonando. Nada más importa. Es tal el ambiente opresivo, denso y oscuro que genera, que uno no puede sino estar alerta, con todos los sentidos puestos en él. Parte de sus canciones fueron escritas entre giras, eso se nota: "Atrocity exibition", "Passover" o "Colony" son canciones más basadas en el sonido de guitarra-bajo-batería de una banda de directo, pero otras indicaban otra dirección completamente diferente. Debido a la obsesión de Ian por la banda alemana Kraftwerk habían empezado a usar sintetizadores  y de ahí parten "Isolation", "Heart and soul" o uno de los finales más dramáticos jamás logrados en el argumento de un artefacto sonoro: el formado por "The eternal" y "Decades", que sencillamente aparentan dar forma a una misa funeral. El dramatismo general y la desembocadura en tragedia que se respira en el disco va mucho más allá de la tan cacareada etiqueta de goth-rock o "rock siniestro" como se le conoce en España. Es una obra de arte concebida inconscientemente sobre la depresión y la muerte, con toda la inocencia de la juventud, sí, pero con un calado que no tiene ningún otro disco en la historia, salvo quizás Berlín, de Lou Reed. Una obra maestra absoluta que ha querido ser constantemente imitada, pero es tan inalcanzable que queda como algo único, un monumento que siempre nos iluminará el camino a seguir. La permanencia de su sonido sigue intacta y la evolución del resto de la banda hacia New Order da a entender que quizá hubieran acabado los cuatro derivando hacia el pop, pero eso nunca lo sabremos.

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