Dicen por ahí, que hay que desconfiar de los que mueven los
pies y la cabeza mientras escuchan jazz, que son rockeros reconvertidos. Mucho
rockero cercano a los sententa años debía haber a mi alrededor el sábado, o el
ritmo que imprime Chano Domínguez al piano imposibilita la quietud de
quienes llenaron el espacio, adaptado y reducido, del Parque el Majuelo, en
Almuñécar.
Abría Chano Domínguez la segunda cita de la
33ª edición de Jazz en la Costa, tras haber estado a punto de no celebrarse
por motivos de sobra conocidos y haberse reprogramado el evento con artistas
nacionales para no dejar pasar tan importante cita cultural. Lo hacía a lo
grande, con “I love Evans” un tema propio que compuso hace muchos años en
homenaje a Bill Evans, para seguir con temas musicalmente tan variados como “En
la carretera”, una magnífica “Habanera de la alameda” o la siempre agradecida “Evidence”,
de Thelonious Monk, antes de estrenar “Limbo”, una pieza compuesta durante el
confinamiento y que sonó maravillosamente gracias al estupendo sonido que pudimos
disfrutar durante todo el concierto.
Estupendamente acompañado, por el contrabajista de origen
argentino, Horacio Fumero, y el baterista David Xirgu, dos piezas fundamentales
para resaltar la maestría al piano del gaditano que agradeció en todo momento
la presencia del público en el recinto, a pesar de lo complejo de la situación
actual para la cultura y, especialmente, la música.
Un rato antes de su salida al escenario el navarro Javier
Colina recibía la medalla de la ciudad e imprimió su firma en el ‘Bulevar
del jazz’ del parque El Majuelo quedando el norteño encargado de cerrar una sesión
que destacó por contar con estos dos mitos del jazz con sus respectivos “Trío”
y “Quartet” en el caso de Colina.
A Javier Colina tuve la suerte de verlo, por primera
vez, en un emotivo “Tabacco Blues”, en la Vega granadina, junto al gran Bebo
Valdés. A partir de ahí, incondicional seguidora de su carrera, he intentado
escucharle en tantas cuantas visitas ha hecho a la ciudad. En Almuñécar, dirigiéndose
al público con un aire pausado y tranquilo, presentando los temas y explicando
que ellos, musicalmente, eran nómadas que viajaban aprendiendo e incorporando
lo mejor de la música que les permite viajar desde Nueva York al Magreb,
pasando por Cuba o Centro América, empapándose de ritmos y danzones que
fusionar con todo lo antes aprendido.
Intérprete versátil y virtuoso donde los haya, Javier
Colina paseó por los sonidos más distantes entre sí a través de su contrabajo,
recogiendo también el testigo en la maravillosa interpretación de un tema de Thelonious
Monk antes de hacernos disfrutar de un danzón o recomendar al público la
escucha y disfrute de músicos como José Antonio Méndez, de quién interpretó “Novia
mía”. Destacar que, de este autor ya había recogido temas como “Mi mejor
canción”, que grabó nada menos que con Silvia Pérez Cruz dándole la
personalidad que sólo podían otorgarle entre ambos.
Casi tres horas de conciertos, que se hicieron cortas
musicalmente, en la que los aficionados al jazz, llegados desde todas partes de
la provincia sólo para asistir al festival, pudieron disfrutar de dos grandes
artistas nacionales reconocidos no sólo dentro, sino fuera de nuestro país
gracias a la apuesta por un ocio sano y una cultura segura, que es lo que más
necesitamos en estos momentos.
Crónica: María Villa
Fotos: Oficina Jazz en la Costa
0 Comentarios
¡Comparte tu opinión!
Esperamos tu comentario