Con voz de otoño y vestido de domingo, Ismael Serrano llegaba ayer al Centro Cultural Medina Elvira (Atarfe – Granada) con un memorable lleno y un público entregado dispuesto a celebrar con él esos 25 años de carrera en una gira (“Seremos”), que termina de la mejor forma posible, bien acompañado por sus muchos seguidores.
Tantos años sobre las tablas, desde unos humildes comienzos, como corresponde a todo cantautor que se precie, Ismael Serrano ha acumulado una buena cantidad de discos, desde que quedamos “Atrapados en azul” hasta el último: “Seremos”, del que extrajo una buena cantidad de títulos para terminar una etapa que concluirá en Madrid en el próximo mes de marzo.
Hasta Atarfe llegó en formato trío, acompañado de Jacob Sureda al piano e Irene Rouco al cello. En un día lluvioso que dio tregua para recibirle, comunicativo y con un sentido del humor que hizo más entretenida una larga actuación que sobrepasó las dos horas, bises incluidos, pero incluso así se hizo corta. Especialmente para los que llegaron con ganas de corear sus canciones animados en algunos momentos por el propio artista que incitaba al público con un “Podéis cantar si queréis”. Eso sí en estos casos estaría bien recordar que todo el mundo puede cantar, pero quizás no todo el mundo debe, especialmente si te toca escuchar el concierto junto a personas con dificultad para afinar incuso melodías sencillas.
Fuera de anécdotas y demás, queda claro que los años sobre las tablas han hecho de Ismael Serrano uno de los cantautores más apreciados por el público y que, para la ocasión, no sólo desgranó lo mejor de su discografía, sino que homenajeó nada menos que al gran Luis Eduardo Aute, con su “Al alba” y el “Autotango del cantautor” que tan bien quedó cantado por el madrileño, la tristísima “Alfonsina y el mar”, una de las más sentidas zambas del folclore argentino con letra de Félix Luna y música de Ariel Ramírez y, como no podía ser de otra forma”, el “Para vivir” de Pablo Milanés, como homenaje a este gran cantautor fallecido hace apenas unos días.
De alguna manera, como él mismo explicó a los asistentes, asistimos a su concierto a pasarlo muy bien llorando mucho. Tópico o no acerca de los cantautores, lo cierto es que puestos a dejarse llevar por tristezas y melancolías, a través de sus redes sociales propuso una votación sobre la canción más triste del mundo y, para no dejar ninguna fuera, cantó con todo su sentimiento algunas de las que se alzaron con el podium de la congoja.
Con un sonido inmejorable, una iluminación a la altura del espectáculo y las muchas comodidades que ofrece este centro cultural situado a tan pocos kilómetros de la capital, a Ismael Serrano sólo le hacía falta dejarse llevar por el momento e ir soltando, uno a uno, sus muchos éxitos, entre los que, como siempre destacó por el cariño que le muestra el público su “Papá cuéntame otra vez”, que le situó en el punto de mira de los aficionados a la canción de autor y que, hoy por hoy, vuelve a tener vigencia porque basta cambiar Bosnia por cualquiera de los lugares donde, hoy por hoy, sigue muriendo gente en las guerras. Ya lo dijo en su momento “Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam”. Ahora mueren en demasiados sitios, los que antes morían en Vietnam.
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