La edición de 2024 del Canela Party ha sido un éxito reuniendo a unas 22.000 personas en el Recinto Ferial de Torremolinos en las cuatro joradas del festival, dónde se ha podido disfrutar de nombres como Metz, Los Punsetes, Triángulo de Amor Bizarro, Curtis Harding, Big Thief, Wednesday, Cala Vento y Viva Belgrado, entre otros.
Se nos hace difícil poner en orden todos los momentos vividos (emociones, pogos, cervezas, sudor, bailes y movimiento) en el Canela Party 2024; asistimos a las cuatro jornadas del festival, dónde solo sacrificamos unas siete bandas, viviendo con intensidad (por segundo año) el festival de nuestros sueños. Envidiamos (y mucho) que los malagueños sepan hacer las cosas mucho mejor que nosotros (los valencianos), y que algo que empezó como una reunión de bandas amigas se haya convertido en uno de los mejores festivales de España. La referencia no es por tener un recinto gigante que acoge a una masa insulsa e indefinida que va a un festival como pudiera ir a una discoteca, ni por desplegar un bonito césped artificial, ni por ser sede de esos influencers tan anodinos como dañinos (postureos, los justos), ni por tener un cartel formado por las mismas bandas “indies” de siempre. Todas estas cosas, poco nos importan, las hemos vivido mil veces y acabas hartándote de tanta tontería.
El Canela Party, para nosotras es un festival de otra categoría, en el que, se nos permite poder ver bandas nacionales e internacionales que nos cuesta mucho ver en València. Un cartel excelente dónde se dan cabida estilos como el hardcore, metal, psicodelia, punk, el funk o el soul, entre muchos otros. Un gusto exquisito e inabarcable el de sus organizadores al que desde estas líneas alabamos.
Más allá de un cartel jugoso, el Canela Party es un todo que funciona, y a las bandas que actúan, se suman como protagonistas el gran equipo humano que hay detrás (la alianza inquebrantable con Miel de Moscas en la producción, su certero y gracioso equipo de comunicación, esos chicos de La Mota de Comunicaciones se merecen, ¡Una ola!, y de los mejores profesionales en la parte audiovisual), y su fiel y fervoroso público (esos que lo dan todo en cada directo, que se atreven a surfear entre la gente, a meterse en los pogos y se ingenian disfraces dignos de admirar).
Quisimos volver a la liada más grande de España, al confeti, a la fiesta de disfraces, a la actitud, el espíritu colectivo y el buen rollo que flota en el ambiente Canela. Todo lo que te cuenten del festival tienes que creerlo, sin embargo, lo mejor que puedes hacerle a tu vida, es liarte la toalla a la cabeza, y proyectar tus vacaciones del año que viene en Torremolinos (Málaga), para apoyar como bien merecen una propuesta loca de tres amigos, que con los años ha ido creciendo y se ha convertido en un festival de medio formato al aire libre, con un aforo que la organización asegura que no va a hacer crecer. Tanto si estuviste como si no, te traemos un pequeño resumen de cada jornada acompañada de lo que mejor se nos da, galerías fotográficas que resumen la esencia del festival.
Miércoles 21 de agosto- Un despegue intenso
La primera jornada, gratuita, y en la que se celebra el mini Canela con fiesta de disfraces para los peques y actividades paralelas, colgó el cartel de sold out. Comenzó con el directo de Amigas Íntimas, un mix de miembros de otras formaciones (Biznaga, Tiburona y Texxcoco), que nos hicieron entrar en materia de manera solvente y directa. Le siguieron La Culpa, desde Valencia, con su post-punk, banda a la que teníamos inmensas ganas de ver. Contamos también con la despedida de Monteperdido que salieron directos a ganar (con versión de “Al amanecer” de Los Fresones Rebeldes incluida) y el contrapunto de Adiós Amores (de Sonido Muchacho, un sello muy presente en el festival) que nos sirvieron para atemperar un tanto el ritmo, y a contemplar la belleza etérea de su sonido, pop, vanguardia e incluso retrospectiva a la música de los 60 con múltiples referencias que nos vinieron a la cabeza.
Una vez entrada la noche el tema se fue animando con Deeper, otra propuesta de revival de los 80, post punk con unas guitarras adictivas y unas voces sugerentes, que nos fascinaron.
Seguimos la fiesta con otro loco y divertido concierto de Los Punsetes, de los momentos más punkies del festival, haciendo gala de ese contraste tan maravilloso que tienen en su puesta en escena entre su parte instrumental con la parte vocal de Ariadna (movimiento-estatismo), y haciéndonos gritar y corear sus letras (no hay nada mejor que expulsar la rabia y la frutración política e ideológica con cortes como “Madrid me ataca” o “España corazones”). La recta final la puso el powerpop de The Tubs, a los que tendremos la suerte de verlos en sala más adelante, y los valencianos La Plata, que consiguieron una gran afluencia, y demostraron una vez más la evolución de su propuesta y su solvencia. Son potentes, interesantes, vibrantes y enigmáticos, y tienen canciones redondas como “Aire Nuevo”, “Un atasco” o “Me voy”.
Jueves 22 de agosto-La jornada que más nos puso
Quisimos llegar pronto para descubrir a Meeky, que sin saber nada de ellos, su nombre nos hacía intuir que algo nos iban a gustar. ¡Cinco tíos, qué sorpresa! (autocrítica, ironía, o una muestra de la realidad, lo que fuere, pero nos encantó la misiva), rezaba la pantalla para darnos la oportunidad de disfrutar de un directo divertido, directo y emocional dentro de unos parámetros de rock melódico de los 90 (algo de emo, algo de noise). La suerte la tuvo también Álvaro, uno de sus organizadores, que fue invitado a tocar con ellos.
Seguimos con las argentinas Fin del mundo, que nos hicieron vibrar con sus melodías etéreas que cabalgan entre el Shoegaze y el post rock. Suenan deliciosas, tienen presencia y nos hicieron entrar en materia. Les seguía el dúo Ghoast Woman (al que también los veremos en salas próximamente) que no nos disgustó, pero sí nos descolocó la mirada desafiante y la patada a algo tan trabajado como los animalicos del Canela. Si quería imponer, no lo consiguió. Menos mal que tomaron el relevo los cordobeses Viva Belgrado, para hacer el directo más bello y visceral del festival dentro del panorama nacional. Su último trabajo “Cancionero de los suelos” ha sido una de las mejores entregas de este año, reconocido en todas partes tanto por parte de la prensa como por parte del público. No hice más que preguntarme si entre todo ese caos y ruido era posible llorar y supurar tantas emociones como lo hice. Fueron capaces con su música, gritos y letras penetrarme muy dentro y rasgarme hasta desquebrajarme. Sublimes, maravillosos, un reventón tremendo digno de ver (lo atestiguaron los constantes pogos y gente por el aire).
Pasamos de soslayo por la propuesta de Isaráel Fernández, Lela Soto & Frente abierto, no por falta de interés, si no por pura necesidad de alimentarnos un poco. Lo poco que vimos nos pareció interesante, y la gente guardó respeto y admiración a un proyecto que se veía por primera vez. Nuestra recta final la guardamos para tres grandes nombres que aunque tengamos ya vistos, no podíamos dejar de volver a ellos; a Curtis Harding lo disfrutamos hace unos años en Loco Club, y la verdad, esta última vez nos cautivó más, parece que su excelente soul y maestría ha sabido encontrarse, por fin, con su alma, y lo vimos interpretar sus maravilloso cancionero con más soltura y entrega. Con Big Thief, nunca hemos tenido ningún pero, la primera vez que la vimos, fue en nuestra ciudad, y estuvimos en primera fila pensando que, si de verdad estábamos a menos de un metro de Adrianne, a la que tanto admiramos. El directo transcurrió bastante reposado, aunque con puntos álgidos, la gente muy entregada, y el cielo de verano cubriendo la belleza de un indie folk que se torna perfecto y evocador.
Nuestro punto final a la jornada lo protagonizó una de nuestras bandas favoritas de toda la vida. Fuimos las primeras afortunadas en ver el regreso de Standstill, ya que eligieron València para su vuelta tras nueve años, una noche que siempre recordaremos. Tener una nueva oportunidad para verlos fue uno de los atractivos de esta edición. Su directo fue gigante, ya perfectamente engrasados otra vez como banda, la complicidad total que se tienen sin tener apenas que mirarse, y el aura y la energía de sus miembros. Amamos a Standstill por encima de todas las cosas, y nos lo pasamos en grande, fuimos felices y sentimos toda esa corriente eléctrica que tan bien saben desplegar. El culmen lo puso que regresaran a una de sus canciones de su primera etapa, en inglés, y cien por cien, hardcore, con Enric dejando su guitarra, y volviendo a moverse agarrado al palo de micro de forma exhaustiva. Una concesión que solamente festivales como el Canela Party podían conseguir.
Viernes 23-La intensidad del punk y el hardcore
De nuevo llegamos a esas horas que el sol abrasa tanto que podríamos habernos desvanecido en algún momento, pero es que no podíamos dejar de ver a los malagueños Orina y a los valencianos Finale. Dos conciertos directos y punzantes, punkies, libres en la composición y como no, en la forma de ejecutar sus sanciones. Orina nos llevaron un poco a la música de Pony Bravo, y lo de Finale, fue algo descomunal. Pepet (un bravo por él, que definió su proyecto no como una banda de música si no como una banda de amigos) no tardó en bajarse a dónde pertenece, para cantar sus canciones en la cara al público, y juntarse con el sudor y la energía de los presentes. Revolcones por el suelo, juegos con el agua, miradas extrañas, y un no saber qué va a suceder. No exagero si digo que fue uno de los conciertos en que el público vivió con más emoción y entrega.
Nunca habíamos visto a Lisabö en directo (a no ser que lo hiciéramos hace más de dos décadas y no nos acordemos) pero en el pasado Primavera Sound nos encontramos con ellos y nos quedamos de piedra. Alucinamos con esa descarga sonora de aires post-hardcore que te penetra y te deja noqueada. Así que teníamos ganas de volverles a ver y esta vez fotografiar, saben jugar con esos tiempos entre calma e intensidad, que nos dejan exhaustos. Renuncia al confeti, porque lo suyo es música seria y comprometida, al igual que en el PS la bandera de Palestina colgó en la pantalla y volvieron a mostrar esas palabras de apoyo tan valientes y necesarias.
A continuación nos encontramos con una de nuestras sorpresas del festival, la banda Millitarie Gun, de la que desconocíamos que hacían, y de la que salimos enamoradas, por ser hardcore melódico, y por tener una puesta en escena por parte de su cantante brutal, saltos, movimiento y una conexión con el público maravillosa (llevándolo en volandas y cantando junto a él a metros de su cara). Un concierto duro porque la voz le empezó a fallar, pero del que salimos satisfechas y con una gran felicidad. Energía que no perdimos porque a continuación nos esperaban Cloud Nothings, un trío poderoso con melodías pegadizas y exultantes. La diversión y la movida estuvo servida, pogos, coreos, y puños en alto. Lo que nos ha gustado siempre, vamos.
A Wednesday la habíamos escuchado en casa, es lo que tiene gustarnos mucho la nueva corriente de folk liderado por mujeres, y su directo, fue otra de las sorpresas del festival. Porque todo aquello que nos gustaba de sus canciones, ganó enteros con la puesta en escena y con la forma de hacerlas sonar. Alabanza y admiración para Karly Hartzman que estuvo gigante, sobre todo en el último corte, abandonado su guitarra, y cogiendo el micro para dejarnos flipando con una energía descomunal. Nuestros dos últimas bandas fueron Protomartyr y el incendio eléctrico de Metz. Estos últimos, son la banda que más veces ha tocado en el festival, es la respuesta a la pasión de sus organizadores, y ser fans de toda la vida. Estuvieron sobresalientes, cumpliendo las expectativas creadas.
Sábado 24-La traca final
El día del gran pitote este año fue tremendo; sin contratiempos y con todo el arsenal preparado para combinar los mejores directos con la gran fiesta de disfraces. Originales, contestarios, críticos, individuales o en un grupo, toda una masa repleta de color y variedad, y al ritmo de la alegría y despiporre. Pasamos de soslayo por Yawners y Prission Affair, supieron calentar el ambiente, , y acompañaron el desfile que desde bien temprano se formó en la entrada del festival. Snooper nos fliparon, pero no tuvieron suerte con el sonido, y su directo se interrumpió un rato, mientras el público aguantó estoicamente el calor. Después vino la gran fiesta con Cala Vento, que aparecieron con mono rojo y casco, haciendo un guiño a su canción “Ferrari”, incluyendo el reparto de banderas de carreras por parte de Elena de Yawners. La chavalada se gozó todo el concierto a base de pogos e interactuación, sobre todo en la parte final, en la cuál se esperaba que Joan o Aleix se tirarán al público. En esta ocasión lo hizo Joan, con una cara de felicidad que es imposible borrarla de nuestra memoria. A continuación nos demolieron aún más Home Front con su mezcla de post-punk y hardcore, y nos dejaron locas su karateca cantante.
The Lemon Twigs son la banda del momento, y no vino mal un cambio de tercio, para rebajar la adrenalina, y para recordarnos que la corrección y la maestría de los hermanos D’Addario nos iba a deleitar con un directo cargado de canciones gloriosas (intercambios de instrumentos, saltos, armonías a tres voces) con The Beatles y Beach Boys en la cabeza. La tralla de Superchunk y su siempre joven Mac McCaughan (saltos y movimiento constante) al frente, nos volvió a inyectar la energía suficiente para encarar la recta final. Entrega total del público amante de la música alternativa de los noventa. Adictivos, una banda de la que nunca nos cansamos.
Siempre que vuelvo a ver a Triángulo de Amor Bizarro pienso que cada vez son más bestias e intensos. Da gusto ver que una banda puede seguir creciendo y no desinflarse en el momento. Crack Cloud y Sheer Mag fueron el cierre perfecto a una edición del Canela Party memorable.
Canela party es una reunión gigantesca de amigos, el pescadito frito en los chiringuitos a pie de playa, los baños frescos en la costa del sol, y continuar la fiesta en el recinto ferial, el nuevo espacio del festival por tercer año consecutivo. Cuentan con un público fiel y con un gusto exquisito, tanto a nivel musical como a nivel estético, y es que en torno a toda esta movida, el diseño y la moda ligan a la perfección, que se lo digan a la cara pública del festival que cada año cuenta con una imagen diferente (a cada cuál más cool, la de éste año a cargo de Ales Div), a la forma de comunicar que tienen en sus redes sociales, y a su equipo audiovisual que nos traen esas imágenes tan coloristas, efectistas y fieles a lo que allí sucede. Además, es uno de esos festivales con valores, si esos principios fundamentales que deberían regir en todos los aspectos de nuestras vidas. Desprenden una energía pura y una ilusión contagiosa, y cuidan de nosotros, no abusando como otros gigantes con los precios de las bebidas, dejándonos entrar comida al recinto, devolviendo el dinero sobrante de nuestras pulseras sin coste alguno, sirviendo una oferta gastronómica de calidad, desprovista de modernez y abierta con las intolerancias alimenticias, protocolo de actuación en caso de peligro, y este año, como novedad (salvo que nos estemos patinando) con un punto solidario de recogida de productos para animalitos. No hay quejas con el festival, incluso este año en la zona de gastronomía había más mesas y sillas para sentarse. Nuestra única pega, por poner alguna, y es que somos bajitas y poco habilidosas es la altura de su escenario Fistro, que incluso para la gente que se ponía en primeras filas impedía la visión completa de lo que sucede en el escenario.
Nos fuimos del recinto conociendo las fechas y las primeras confirmaciones del año que viene. ¡Pronto os contamos con más detalle!
Más Info:
Galería fotográfica
0 Comentarios
¡Comparte tu opinión!
Esperamos tu comentario