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sábado, octubre 25, 2014

Raúl Moreno + Facu Tobogán. La Llimera. Valencia, 24 – 10 – 2014


Raúl Moreno + Facu Tobogán. La Llimera. Valencia, 24 – 10 – 2014

En un fin de semana supuestamente de conmemoración de la música independiente por la celebración del Deleste (aunque este año, personalmente, me parecía de escasísimo interés casi en la íntegra totalidad de los grupos convocados... y lo que es peor: de auténticos independientes, el apelativo y poco más), en La Llimera, ante escaso público, se acercaban, podríamos decir, dos músicos sin banda. La razón de ambos son los viajes: de miembros del grupo en un caso, del músico (argentino por tierras españolas actualmente) por otro. Por ello, ambos quizás llevaban poco equipaje, una guitarra y nada más, intimizado todavía más por la suave y tenue luz de La Llimera. Pero el resultado fue un concierto muy serio, lo que diríamos muy profesional: no desde el punto de vista de la “profesión”, del negocio bien llevado y perfectamente confeccionado, sino desde el punto de vista de una austeridad total: llegaron (ambos tocados, uno por enfermedad, el otro por haber realizado un viaje en autobús de ocho horas), vieron, y tocaron, hasta que, tras unas canciones, se fueron a la espera de un nuevo concierto. Sólo se trataba de música, sencilla, sin excesivos alardes, nada de mercadotecnia superlativa a favor del grupo de moda ni de momentos de pose esperando ser captados por la mente de los seguidores o la cámara de la prensa.

Así pues, el concierto fue calmado, incluso en sus momentos más ágiles, pero, por ello mismo, penetrante, un concierto adulto, en definitiva; hecho, como decíamos, por y para la música. Abrió Raúl Moreno, que, desde hace un par de meses, sigue desarrollando una nueva vena de cantautor con ese único acompañamiento de una guitarra. Ahí, en esa desnudez, las canciones (una suma de algunas de sus canciones más populares en sus anteriores grupos, Intravisión, Imago y Nube 9, con el añadido de algunas preciosas incorporaciones, especialmente “Caes” y “No volveré”) cobran todavía más sentido y cercanía, esquiva cercanía. Esquiva porque esas historias de caídas en espiral en medio de un mundo de sentimientos e imaginaciones, en las que el tiempo y la razón han perdido su corazón de ser te atenazan, te meten en la trampa de intentar pensar demasiado. Déjate llevar, dice una de sus canciones: el pensamiento está de más en nuestra maleta, es sólo un lastre que nos impide volar.

Después llegó Facu Tobogán (apodado así – su nombre es Facundo -, por la banda de la que es integrante, Tobogán andaluz), argentino como él solo (es más, integrante del mejor indie argentino, movimiento feliz con una salud de hierro, ése que lleva nombres como Cosmo, Adrián Juárez, Digisagas, La ola que quería ser chau, Como diamantes telepáticos, Las ligas menores, Valentín y los volcanes, Nubes en mi casa, y un largo etcétera), pero de viaje duradero por España, y hecho polvo, como hemos dicho anteriormente (sólo tocó seis canciones, apenas 20 minutos, gran parte de ellas de su último disco en solitario, Johnny Clift). En apenas esos seis pequeños y tímidos golpes del que se encuentra en tierras que desconoce y que mira con la sorpresa del extraño, nos desglosó el nuevo folk clasicón que está desarrollando (hay que tener en cuenta que Tobogán andaluz es puro indie pop-rock), con un ojo (y la mitad de otro) metido en grandes como Bob Dylan (ahí delata, como decíamos, lo argentino que es, aparte de su querencia extrema del fútbol) o incluso Roy Orbison (no sé muy bien por qué, pero me lo recordó en algunos momentos en su “saber estar” en el escenario)... es más, tan fuertemente influenciado por ellos que recoge hasta sus propias y muy americanas influencias (Guthrie, Johnson,...). A tono con la situación actual de Facu, sus canciones desprenden ese polvo viajero, partículas de esos pequeños pueblos de paso que van dejando tristezas, amores y desamores al cruzar.

Quizás, precisamente por esa situación de agobiante tránsito, le falto una pizca de fluidez, pero lo compensó con esa ligera brevedad, con liviana gravedad. En verdad, fue una lástima esa duración, porque sus canciones sentaron como ese caramelo que se va empequeñeciendo en la boca, dejando todo su gusto y desapareciendo bajo el paladar. Ese azucarillo que se echa de menos de manera instantánea.

Echo de menos el concierto de ayer.

Más info:

                                                                     Raúl Moreno














 Facu Tobogán








 Facu Tobogán - Blues de Nueva Orleans
                                                            Raúl Moreno - No volveré
                                                            Raúl Moreno - Tu equipaje

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