
Fueron dos jornadas en el recién nacido Dcode. Un festival raruno en su cartel que pretende ser el “hermano pobre” del dÃa de la música. Pobre en cuanto a pretensión estudiantil, no en vano su enclave no es otro que la Ciudad Universitaria y es de los pocos en los que los menores pueden acceder con su pulsera de diferente color para evitar los inconvenientes de la venta de alcohol. A pesar de ello los precios muy de estudiante no son, el abono se ha estandarizado en los sesenta-setenta euros para apostar fuertecito.
Dcode es un recién llegado y ya ha despertado la curiosidad de muchos asistentes entre los dos dÃas de festival. El Dcode está nombrado a ser una cita importante dentro del recorrido festivalero nacional, como ya lo son a su vez otros como el Sonisphere para la escena rockera. En su primera edición contó con grupos enérgicos y en buena forma sobre los escenarios, como My Chemical romance o Band of Horses, quienes lo han demostrado en sus recientes conciertos de España. Sin embargo, el festival se describe asà mismo como un encuentro artÃstico en el que no todo es música, y al igual que hicieron SOS4.8, el Dcode ofrece también arte en todos sus formatos; desde asistir al concierto de Kasabian hasta exposiciones de trabajos universitarios, charlas de música o formar parte de otras interesantes actividades culturales ofertadas hacia todos los públicos. Una apuesta interesantÃsima para un debut festivalero muy esperado en la capital.
En cuanto al recinto, C.D. Cantarranas , el conocido como “campo de rugby detrás de periodismo la Universidad Complutense de Madrid”, dio buena cuenta y escondió el festival a la vista de los mortales bajando por la empinada y poco iluminada cuesta de la Facultad de ciencias de la Información a su entrada principal (El año que viene un poco más de luz se agradecerÃa para no perder partes del cuerpo a las que tenemos aprecio en las caÃdas ni pisotear a algún festivalero tocadillo sentado en las aceras).

Pero como todo en esta vida no todo son loables alabanzas. Dos cosas nos llaman poderosamente la atención, el desorden “alimenticio” del primer dÃa, con una ausencia pavorosa de previsión alimenticia del festivalero medio y la ausencia de sección de Objetos perdidos cosa que muchos echaron de menos y que por suerte se ha solucionado gracias a la apertura por parte del Festival de un espacio en la web para recuperar todo aquello que has echado en falta.
En cuanto a sonido bien servido, muy buena acústica y razonablemente bien montado para ser tan novedosa la propuesta. De ambiente serviditos, no agotaron pero tuvieron una afluencia considerable, más el segundo dÃa a pesar de tener el cartel más surrealista que el viernes y con estampida final para aprovechar el último metro y no tener que aprovechar la fila de taxis que aguardaban estoicamente para sacar a los usuarios que se quedaron apurando la noche ya que la Ciudad Universitaria no está lo que se dice bien servida de trasporte nocturno (el otro punto negativo que resaltarÃamos de Dcode).
En cuanto a la dosis musical la cosa no pudo ser más heterogénea. Teniendo en cuenta que el primer dÃa el plato fuerte eran My Chemical Romance para unos (los más heavys) y para otros el indie patrio de Lori Meyers la amalgama de indumentarias y gente que iba y venÃa dependÃa del género por el que se movieran. Alternando pues cosas como la potencia prometedora de Toundra con un poco de tedio post-siesta de The Low Anthem o Nothink.


El sábado el plato fuerte fueron Kasabian, The Hives, The Vaccines o Crystal Castles si hablamos de internacionales y para comenzar con toda "la caló" un buen número de indie extraño y mezclado pero no agitado de la mano de Polock, Mucho, Manel, Havalina, The Bright o Jamaica. Una jornada de sábado que además atrajo a mucha más gente, cerca de 13.000 personas, aproximadamente 2.000 más que el viernes.
Más info:
http://www.dcodefest.com/
1 Comentarios
Buen resumen de un mejor fin de semana!!! Jops, qué envidiacaaaa!!!
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