¿Cuántas veces, alquimistas, habéis tenido la oportunidad de asistir a un concierto exclusivo y secreto de uno de los personajes más interesantes de la escena indie al desnudo? Y con “al desnudo” no queremos decir que se despojara de su ropa… Pues sÃ, Alquimia Sonora se coló en una fiesta entre amigos en la que, como uno más, Julio de la Rosa cogió la guitarra española (sÃ, nada de acústicas) y cantó y tocó simplemente lo que le apetecÃa. Con una setlist casi de atrezzo, sin rumbo argumental en su show, pero con la solemnidad que da un público respetuoso, algo que por estos lugares echamos mucho de menos.
Una iniciativa que el jerezano quiso regalar a sus seguidores para celebrar, en qué mejor compañÃa que la de anoche, el premio al mejor artista Radio 3 de la Unión Fonográfica Independiente: “gracias por haber votado”, lanzó público justo antes de comenzar con “Tan amigos”. Premios en los que también destacaron nombres como Pony Bravo, Triángulo de Amor Bizarro, DePedro, Maika Makovski, Javiera Mena o nuestros compañeros de la publicación Mondosonoro entre otros. Toda una muestra de agradecimiento desinteresada y por amor al arte,... o por amor a la música en este caso.
Escritor, compositor de bandas sonoras, comunicólogo audiovisual (sÃ, llamémonos asà entre nosotros)… Inquieto e inquietante ha acompañado nuestros reproductores cuando lo que llevábamos encima eran incluso discman. Su paso por El Hombre Burbuja o sus diversas ramificaciones musicales con compañeros como Tachenko, Sergio Vinadé o Pau Roca, de La Habitación Roja, han marcado su estilo, al margen de modas o tendencias indie. Julio de la Rosa no necesita seguir esas lÃneas diseñadas por la industria: 3 trabajos en solitario que culminan en esta última –hasta la fecha- 4ª entrega de un atlas de geografÃa emocional y dolorosa (en algunos de los casos) que es “La herida universal”.
Julio apareció en el local con su guitarra y, descalzo, se puso la piel de cantautor en un diminuto escenario, mÃnimo, en le que le sobraba micro, altavoces o chivatos. Él solo, con una camisa gris, despeinado y entregado a unas canciones reducidas a la mÃnima expresión de la emoción que desgranaba con su guitarra española (esa que no hubo que volver a afinar en ningún momento). Asà comenzó pequeño repaso por “La Herida Universal”. Desde las canciones más desgarradoras como “Uno”, “El temporal” o “El amor desperdiciado” hasta las más rÃtmicas como "El traje", “las camareras”, “sexy, sexy, sexy” o “Entresemana”.
De la Rosa ya advirtió a los asistentes de la naturaleza Ãntima del show y del proceder del mismo: “tengo una lista de canciones pero no sé qué voy a cantar ni cómo”, lo que sirvió de motivo para que algunas voces propusieran temas como “La cama” (dentro del trabajo “El espectador”) o “El amor desperdiciado”, uno de esos temas en los que no querrÃamos perdernos nunca por ese sabor triste y melancólico pero que una vez dentro deseamos poder ser parte de esa historia. Porque la gran mayorÃa de textos de Julio hablan del desamor desde la parte más realista y cotidiana; desde esa habitación del abandono o del vacÃo. Y no cabe duda que la solemnidad inicial del concierto hacÃa inevitable esa atmósfera más cercana, más Ãntima y casi obscenamente personal.
Del mismo modo que las canciones más coreadas (de forma tÃmida, debemos reconocer) eran sin duda las de su último trabajo, de la Rosa salpicó su show con algunos toques de sus primeros trabajos en solitario, como “Fantasmas” o “La carta” de "Las leyes del equilibrio" (2005), o “Braile” (M.O.S, 2004). Un repaso no solo musical, sino también fÃsico: el músico decidió pasearse entre el público, cual trovador del medievo y llenar toda la sala con la presencia de sus canciones. ¿Es necesario algo más para conseguir emocionar a un público entregado? Julio nos demostró que no. Una vuelta al punto de inicio del cantautor, a esa imagen en solitario, a veces con los ojos cerrados y otras con la rabia en su garganta. Una vuelta a ese punto y una oportunidad única (a no ser que decida comenzar una mini gira estival acompañado de su guitarra española, claro) para escuchar las canciones que ya conocemos desde otro punto de “oÃda”: con la misma desnudez con la que apareció Julio sobre el escenario.
Y si creÃamos que con la última canción podrÃamos volver a casa con el eco de las canciones en nuestras cabezas, la cosa no quedó ahÃ. Tras su última canción el público se despidió de la sala o simplemente salió fuera a tomar el aire (o el humo). 15 minutos después Julio de la Rosa aparece en la calle, sin despegarse de su guitarra, y comienza a tocar en la puerta del local, invitando a los que todavÃa quedaban entre caladas y tragos de despedidas, a volver a entrar para seguir tocando. ¿Cuándo un artista ha salido para recuperar a su público porque quiere continuar su show? Si alguien tenÃa que hacerlo, ese era él. En definitiva, una noche mágica y sentida de vuelta a la sencillez de la música y a la amabilidad de los grandes músicos.
Pero alquimistas, no sufráis si os habéis quedado sin vivir una noche tan mágica como la de esta herida universal e improvisada para los amigos. Hoy sábado 23 volverá a ofrecer otro show acústico y exclusivo, pero en esta ocasión en Madrid: en el césped junto al Templo de Debod, en Plaza España. Una buena opción, si es que la meteorologÃa lo permite, para dejarse llevar por las letras de de la Rosa.
Julio de la Rosa no solo estudió una carrera que hoy… en fin, mejor digamos que no está en sus mejores momentos, sino que además tiene una relación directa con todos y cada uno de los videoclips que ilustran sus temas, como este que os dejamos aquÃ, “El anzuelo”, en el que participa la actriz Adriana Schlittler Kausch (con la que ya rodó en el clip “El temporal”)
Una iniciativa que el jerezano quiso regalar a sus seguidores para celebrar, en qué mejor compañÃa que la de anoche, el premio al mejor artista Radio 3 de la Unión Fonográfica Independiente: “gracias por haber votado”, lanzó público justo antes de comenzar con “Tan amigos”. Premios en los que también destacaron nombres como Pony Bravo, Triángulo de Amor Bizarro, DePedro, Maika Makovski, Javiera Mena o nuestros compañeros de la publicación Mondosonoro entre otros. Toda una muestra de agradecimiento desinteresada y por amor al arte,... o por amor a la música en este caso.
Escritor, compositor de bandas sonoras, comunicólogo audiovisual (sÃ, llamémonos asà entre nosotros)… Inquieto e inquietante ha acompañado nuestros reproductores cuando lo que llevábamos encima eran incluso discman. Su paso por El Hombre Burbuja o sus diversas ramificaciones musicales con compañeros como Tachenko, Sergio Vinadé o Pau Roca, de La Habitación Roja, han marcado su estilo, al margen de modas o tendencias indie. Julio de la Rosa no necesita seguir esas lÃneas diseñadas por la industria: 3 trabajos en solitario que culminan en esta última –hasta la fecha- 4ª entrega de un atlas de geografÃa emocional y dolorosa (en algunos de los casos) que es “La herida universal”.
Julio apareció en el local con su guitarra y, descalzo, se puso la piel de cantautor en un diminuto escenario, mÃnimo, en le que le sobraba micro, altavoces o chivatos. Él solo, con una camisa gris, despeinado y entregado a unas canciones reducidas a la mÃnima expresión de la emoción que desgranaba con su guitarra española (esa que no hubo que volver a afinar en ningún momento). Asà comenzó pequeño repaso por “La Herida Universal”. Desde las canciones más desgarradoras como “Uno”, “El temporal” o “El amor desperdiciado” hasta las más rÃtmicas como "El traje", “las camareras”, “sexy, sexy, sexy” o “Entresemana”.
De la Rosa ya advirtió a los asistentes de la naturaleza Ãntima del show y del proceder del mismo: “tengo una lista de canciones pero no sé qué voy a cantar ni cómo”, lo que sirvió de motivo para que algunas voces propusieran temas como “La cama” (dentro del trabajo “El espectador”) o “El amor desperdiciado”, uno de esos temas en los que no querrÃamos perdernos nunca por ese sabor triste y melancólico pero que una vez dentro deseamos poder ser parte de esa historia. Porque la gran mayorÃa de textos de Julio hablan del desamor desde la parte más realista y cotidiana; desde esa habitación del abandono o del vacÃo. Y no cabe duda que la solemnidad inicial del concierto hacÃa inevitable esa atmósfera más cercana, más Ãntima y casi obscenamente personal.
Del mismo modo que las canciones más coreadas (de forma tÃmida, debemos reconocer) eran sin duda las de su último trabajo, de la Rosa salpicó su show con algunos toques de sus primeros trabajos en solitario, como “Fantasmas” o “La carta” de "Las leyes del equilibrio" (2005), o “Braile” (M.O.S, 2004). Un repaso no solo musical, sino también fÃsico: el músico decidió pasearse entre el público, cual trovador del medievo y llenar toda la sala con la presencia de sus canciones. ¿Es necesario algo más para conseguir emocionar a un público entregado? Julio nos demostró que no. Una vuelta al punto de inicio del cantautor, a esa imagen en solitario, a veces con los ojos cerrados y otras con la rabia en su garganta. Una vuelta a ese punto y una oportunidad única (a no ser que decida comenzar una mini gira estival acompañado de su guitarra española, claro) para escuchar las canciones que ya conocemos desde otro punto de “oÃda”: con la misma desnudez con la que apareció Julio sobre el escenario.
Y si creÃamos que con la última canción podrÃamos volver a casa con el eco de las canciones en nuestras cabezas, la cosa no quedó ahÃ. Tras su última canción el público se despidió de la sala o simplemente salió fuera a tomar el aire (o el humo). 15 minutos después Julio de la Rosa aparece en la calle, sin despegarse de su guitarra, y comienza a tocar en la puerta del local, invitando a los que todavÃa quedaban entre caladas y tragos de despedidas, a volver a entrar para seguir tocando. ¿Cuándo un artista ha salido para recuperar a su público porque quiere continuar su show? Si alguien tenÃa que hacerlo, ese era él. En definitiva, una noche mágica y sentida de vuelta a la sencillez de la música y a la amabilidad de los grandes músicos.
Pero alquimistas, no sufráis si os habéis quedado sin vivir una noche tan mágica como la de esta herida universal e improvisada para los amigos. Hoy sábado 23 volverá a ofrecer otro show acústico y exclusivo, pero en esta ocasión en Madrid: en el césped junto al Templo de Debod, en Plaza España. Una buena opción, si es que la meteorologÃa lo permite, para dejarse llevar por las letras de de la Rosa.
Julio de la Rosa no solo estudió una carrera que hoy… en fin, mejor digamos que no está en sus mejores momentos, sino que además tiene una relación directa con todos y cada uno de los videoclips que ilustran sus temas, como este que os dejamos aquÃ, “El anzuelo”, en el que participa la actriz Adriana Schlittler Kausch (con la que ya rodó en el clip “El temporal”)
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