
Varése Sarabande,1994.
Se baraja desde hace bastantes años que las pirámides de Egipto (y otras), son construcciones de alienígenas que hace tiempo que abandonaron el planeta, porque ni con la tecnología actual se podrían, (supuestamente), llevar a cabo. Yo, sin embargo, creo que aún siguen entre nosotros disfrazados de políticos. Han cambiado las tácticas, pero ahí están viviendo a cuerpo de rey y cambiando las leyes para que seamos tan pobres y sin derechos, que la esclavitud siga existiendo bajo un manto de “democracia”. Lo que pasa es que se han acomodado tanto, que ni usando la tecnología más puntera de la galaxia podrían dejar de ser tan vagos, los muy hijos de… Orión.

En 1994 saltaba a las salas Stargate, una de las pocas buenas películas del director alemán Roland Emmerich, artífice también de cosas decentes como El Día de Mañana , u horrorosas como 2012. (El FBI debería investigar más a este hombre de nacionalidad germana obsesionado con destruir el mundo, ahora que están buscando “delincuentes tan peligrosos” como el comúnmente conocido como gordo de Megaupload) Ejem.
El compositor elegido fue David Arnold, que con este sumaría su segundo trabajo en el cine, alcanzando la suficiente fama con el tiempo, como para acabar componiendo para varias películas de la saga Bond por recomendación del propio John Barry (el compositor habitual) y siendo su sustituto en la misma tras el triste fallecimiento de este último.

El disco tiene unas claras tendencias a los sonidos “egipcios”, muy comunes en partituras de esta temática, como La Momia de Jerry Goldsmith, por ejemplo. Hay, sobre todo, un tema central destacado que poblará prácticamente todo el disco y también otro muy coral, con el que se identifica a “los malos”, poseyendo varias variantes de los mismos.


Myth, Faith, Belief es un tema oscuro, grave, perverso y misterioso. Posee unos toques de violín que podrían ser primos lejanos de los de Psicosis.
Una nueva versión del tema central, con coros graves, sería The Mining Pit.
En Battle At The Pyramid se dan cita prácticamente todos los temas del disco a un ritmo acelerado, con percusión de fondo y grandes subidas de tono.
Básicamente estos son los temas más destacados sin llegar a repetirme (que luego os ponéis tontos y juráis momificarme en vida sin libertad condicional), pero no los únicos. Todo el disco es realmente recomendable.
En cuanto a curiosidades musicales no parece haber ninguna circulando por la red.

También se lleva tiempo barajando la posibilidad de crear una o dos secuelas de la película alejadas de las series, de las cuales reniegan algunos de los artífices de la película. Poco más se sabe sobre si seguirá adelante y, lo más importante en este caso, si David Arnold repetiría como compositor.
Y hasta aquí llegamos por hoy. Ahora dejadme meter el código en mi Stargate personal, (que no es lo mismo que “estar gay”, no confundamos), para volver a la redacción de Alquimia, que con lo caro que me sale el avión y lo lento que es, siempre llego tarde y me tocan latigazos extra.
Alquímicos saludos desde más allá de Orión. La calle, no la galaxia.
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