Hace unas semanas os hablábamos de la gestación de este “Run Fast” y de la vuelta (oficial) de Kathleen Hanna a la frontline de The Julie Ruin. Hoy, ya con nuestra copia en vinilo de este mismo trabajo bajo el brazo, os desglosamos cada uno de sus 13 cortes. Un disco que vaga entre los ecos del Riot Grrrl! y el inconformismo punk y feminista que Hanna defendía en Bikini Kill, y los jugueteos electrónicos y pop con los que se adentró en Le Tigre. Una mirada al sonido de los '90 que contrasta con alguna de las letras que se incluyen en el trabajo, conscientes del paso del tiempo y de los 20 años que separan aquella escena de la actual.
The Julie Ruin ha pasado de ser un (inquietante) proyecto de Kathleen Hanna en solitario a convertirse en una banda con no menos amigos: Kathi Wilcox, una ex-bikini al bajo, Sara Landeau a la guitarra, a la que Hanna conoció en The Willie Mae Rock Camp en Brooklyn, Kenny Mellman a la batería (ex miembro del dúo Kiki and Herb) y Carmine Coveli al teclado. En los últimos años han estado trabajando juntos, pero no ha sido hasta hace unos meses cuando la posibilidad de materializar ese trabajo en un LP les rondaba las cabezas. Algunos adelantos en forma de single y la vuelta a las entrevistas, las actuaciones en platós de televisión (hace unos días pasaban por el programa de Jimmy Fallon) y demás rutina promocional, marcan la edición de este “Run Fast”.
20 años después de que el movimiento Riot Grrrl! estallara en fanzines, bandas y acciones reivindi-culturales, parece que vuelve a estar de “moda”. En el lado más politizado a través de formaciones como las Pussy Riot rusas o las Femen intentando reagruparse en toda Europa. En el lado musical con la vuelta de determinadas figuras relevantes dentro de aquella escena, y en el lado cultural bastante más lejos de lo poco que se consiguió en aquellos '90. No se trata de un revival de las “grrrl!”, por mucho que la idea nos seduzca, sino de una banda, The Julie Ruin, que vuelve a las bases de aquel punk despreocupado y reivindicativo donde la palabra incluso podía tenerla hasta el público. ¿Qué cambia, pues? Algo tan evidente como la edad de sus componentes.
Tras haber pasado por distintas formaciones y experiencias musicales, el quinteto se instala en un sonido cuidadamente sucio y una producción que nada tiene que ver con anteriores trabajos en los que han participado. La peculiar voz de Kathleen Hanna, casi sacada de una vieja cassette de los ’90, nos despierta de la resaca del nuevo siglo con “Oh come on”. Mucho tiene que ver su proceso de convivencia con la enfermedad de Lyme (algo que aparece en el documental “The Punk Singer” (Sini Anderson, 2013) y que su marido Adam Horovitz (uno de los Beasty Boys) vivió junto a Hanna). Coros más luminosos y limpios que la propia voz de la frontwoman y ese Kenny Mellman a grito de “…oh come on…” Junto a este corte llega un “Stop stop” frenético en el que Hanna conduce al extremo su voz y casi su afinación. “Pa-pa-pás” que quedan más underground que los “la-la-lás” más poppies y que siguen dibujando el toque Bikini Kill del que hemos hablado anteriormente.
Si el primer track se mostraba más “abikinado”, “Ha, ha, ha” se arma de bases rítmicas electrónicas y sintetizadores y se torna más “tigre”. Panderetas, riffs de guitarra cercanos al surf y una letra para gritar sin pensar en el oído del que tengamos al lado: “…But if anti you means anti us tan I guess we just bit the dust cuz in erverse it’s still a pageant…”.
Bajando las revoluciones de esta velocidad inicial, “Just my kind” (mezclado por James Murphy, de LCD Soundsystem) cambia las baquetas por las escobillas y por las congas, percusión que también aparece en temas como “Party City”, en un background que dota ese sonido “riot” en un producto algo más sofisticado y con pincelada de color. Colores que podrían aparecer en este trabajo pero que contrastan con algunas de sus letras. Este “Party City” no es más que el propio exorcismo de Hanna tras lidiar con su enfermedad. “…I’m gonna scream it from the mountains, tell the whole world…”, o cómo montar una fiesta si sabes que vas a morir.
Con “Cookie Road” es el tema de “Run fast” más enérgico y que más puede enganchar en su escucha. Un solo al teclado de Carmine Covelli y ritmo casi ska sin olvidarnos de las distorsiones en las cuerdas o de los sinte. Y de ahí al solo de guitarra en “Lookout”, sin dejar atrás esos sonidos que de repente han aparecido en “Run Fast”, como las maracas. “…There’s a storm out, there’s a storm out, look up ahead now, there’s a storm out…” en los coros prolongados para poder engancharse a ellos sin problemas.
Al modo del rock clásico, “Kids in NY” entabla una especie de dueto (o conversación, no sabríamos cómo llamarlo) entre Kathleen Hanna y Kenny Mellman, los nuevos “Pimpinela” versión “riot”… Bromas aparte, Mellman se convierte en el señor que apunta con el dedo y dice “…There’s still a lot to say…” (¿querrán reivindicar aquí lo que se quedó a medias con las riot?) a esas voces femeninas que suenan en el estribillo. Mellman vuelve a tener parte protagónica en “South Coast Plaza”, tanto con distorsiones como con propia tesitura. Guitarra distorsionada en el “Goodnight Goodbye”, el corte en el que tanto coros como la propia Hanna suenan más amables y correctas. Como si se tratara de Martha von Trapp, la pequeña de la familia Von Trapp, cantando “So long farewell”, se trata del corte más edulcorado del disco.
“Girls like us” prometía ser ese tema que reconciliara esta segunda década del 2000 con el legado punk en femenino de hace 20 años. Pero solo por lo que al título se refiere. Un listado de lo que hacen y de lo que les gusta a esas chicas, como comer algodón de azúcar o tomar azúcar en el desayuno. El tema que cierra el trabajo es el que le da título al propio disco. Un “Run fast” contundente, y de marcada cadencia rítmica con guitarras limpias, una percusión sentenciosa y una Hanna que termina de sentenciar este “Run fast” con un track maduro y serio.
Un trabajo que no conseguirá avivar la llama ni la mala leche post-adolescente que se avivó en los ’90, pero que nos hace revivir algunos momentos del movimiento. Con una cuidada producción, unos temas con un acabado inmejorable, y el sentido del humor que muchas veces se nos olvida que también estaba en las formaciones en las que militaron anteriormente los miembros de The Julie Ruin. Punk, el eco de las bandas de chicas de los ’60 en algunos coros, los sintetizadores y la electrónica, la (auto)crítica y la toma de conciencia con este trabajo, recomendable y casi el punto de inflexión para aquellos que quieran profundizar más en la trayectoria de Kathleen Hanna y sus coetáneos. Y si ahora, además, editaran un fanzine, tendríamos la cuadratura del círculo.
The Julie Ruin: “Oh Come on” (2013)
01. Oh come on
02. Ha ha ha
03. Just my kind
04. Party city
05. Cookie Road
06. Lookout
07. Right home
08. Kids in NY
09. Goodnight goodbye
10. South Coast Plaza
11. Girls like us
12. Stop stop
13. Run fast
Próximos conciertos The Julie Ruin:
07 Septiembre – Washington (Black Cat)
12 Septiembre – Portland (TBA Festival)
15 Septiembre - Seattle (Neumo's)
17 Septiembre – San Francisco (Slims)
19 Septiembre – Los Angeles (The Echo)
22 Septiembre – San Diego (Irenic)
25 Octubre – Brooklyn (Music Hall of Williamsburg)
8-10 Noviembre – Austin (Fun Fun Fun Fest)
Más info:
http://www.thejulieruin.com/
http://www.kathleenhanna.com/
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