Segundo álbum largo de los murcianos y nuevo acierto en el centro de la diana de las melodías cristalinas y los estribillos que perduran. Uno de los grandes "tapados" del power pop estatal.
Hay pocas bandas en nuestro país de las características de
The Lawyers. Universitarios murcianos con más vocación de abogados que de
músicos (no en vano el motor de su vocación fue la facultad de Derecho),
ejercen el amateurismo con plena eficacia y ambiciones justas. Grabaron un
disco, pequeño, con su paisano Paco Neuman, y culminaron las extraordinarias
expectativas desatadas con un debut en largo más que solvente, aquel ‘Segunda B’
publicado hace un par de años en el que declaraban su devoción absoluta por
grupos del corte de Teenage Fanclub, Nada Surf o Travis. Es decir, lo suyo es
pop de raíz British al que añaden unas
gotas de psicodelia y distorsión, cada vez más dosificadas, para que quienes
los oigamos sepamos que su sonido es más personal de lo que pueda parecer.
En ‘Los años de luz’ hay ocasión de demostrar que la
producción ahora ha sido mucho más consciente y enfocada a resaltar las
virtudes, que son muchas, de unos músicos que no se lucen como tales en ningún
momento pero a los que no les falta ni una sola de las virtudes que suelen
acompañar a las bandas que pretenden perdurar en el tiempo y la memoria. Lucen
buenas bases literarias, como la que late en el fondo de ‘La montaña’ al meterse
en la piel de Hans Castorp, el protagonista de la magnífica obra de Thomas Mann
“La montaña mágica”; van sobrados de power pop y melodías impecables en la
mayoría de cortes (mención especial a ‘Un día más’ y su soniquete sesentero) y
trabajan las guitarras aún más en otros como ‘Volcanes’, virando hacia una
sonoridad más americana. Ahora son mucho más completos, es evidente, incluso en
el aire psicodélico de ‘Sin razón’, que ya parecer ser una de sus marcas, o en
el sol ochentero de ‘Van Damme’, con cuyo título ya resultan suficientemente
explícitos. El hilo argumental de las letras parece ser el paso del tiempo,
narrado desde un punto de vista nostálgico y ciertamente optimista, y a dicho
respecto suena ‘Punto de no retorno’ para que muchos echemos la vista atrás y
pensemos que si no hemos cambiado tanto es que es una buena señal. El destino,
lo llaman algunos, y sus diversas interpretaciones.
Escucha 'Los años de luz' aquí.
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