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martes, abril 16, 2019

Stone Foundation. 13/04/2019. Loco Club (Valencia)

La relación de amor incondicional de la fantástica banda de soul Stone Foundation y su público valenciano se confirma en una noche absolutamente atómica y emocionante.

Foto: Alberto Baixauli
Apaciguar la emoción es duro si uno ha visto algo que colma con creces todas sus expectativas en lo que a un espectáculo en directo se refiere. Si yo fuera periodista profesional debería hacer ese esfuerzo, ese ejercicio supino de autocontrol que me llevara a enfrentar esta reseña de una manera sesuda, objetiva y llena de ética. Pero como no lo soy ¡qué caray! os hablaré simplemente de todo el cúmulo de sensaciones al límite que me hicieron sentir los Stone Foundation la otra noche. Un sábado noche que yo preveía especial, pero nada me hacía imaginar que llegaría a serlo tanto.

Y para contrastar algo mi narcisista perspectiva de los hechos, contaré además con las palabras de dos de sus protagonistas principales, Sheasby & Jones, los dos Neils, bajista y cantante/guitarrista respectivamente de la banda de mis sueños, una banda que condensa en sí todo lo que me ha gustado en esta vida del pop británico, del soul norteño o sureño, de la estética mod, de la honestidad de clase obrera que algunos tanto exhiben a modo de postura, pero que ellos traen a la palestra de una forma sincera y natural, sin artificios ni chorradas.

Pocos conciertos este año he esperado con tanta avidez, la verdad. Tan bueno fue el sabor que me dejó la anterior visita de esta banda el año pasado que tenía hasta miedo que una segunda ocasión emborronara ese recuerdo. Pero venían avalados por un gran disco que ya habían presentado con éxito en su tierra y en Alemania y también  por los sabrosos relatos de gira que sus dos líderes tienen a bien colgar en las redes, para deleite de todos aquellos que les seguimos, pues escriben casi tan bien como tocan.
Foto: Alberto Baixauli

Así pues, tras comprobar con gran satisfacción que el "spread the word" había surtido efecto y se traducía en una sala llena casi a rebosar, me decanté por saborear el ambiente tan de sábado noche que flotaba por doquier. Se notaba que era una de esas citas en las que todos somos cómplices, miembros de un mismo club, colegas por ser hinchas de un equipo que sólo unos cuantos sabemos ganador, esperando con avidez adolescente la eucaristía que nos ha sido largamente prometida, degustando cada una de las notas de soul que afloraban por los altavoces de una sala que siempre es como el salón de nuestra casa, pero hoy alcanzaba la categoría de un templo.

Sin hacerse en absoluto esperar -su origen manda- y con caras sonrientes, pese a ser este el colofón de una gira por España más bien accidentada (en el camino de Madrid a Bilbao casi pierden su vida en un accidente de tráfico), la banda saludó a un público que recordaba con mucho cariño desde su anterior visita. Neil Sheasby lo explicará mejor que yo: "Ya os he contado lo entusiastas que son estas audiencias, pero esta estaba en una liga diferente, olvidémonos por un momento de nosotros y nuestro repertorio, es la gente la que realmente construye estas noches, sin ellos no tenemos concierto. Esta peña grita cada letra de canción, golpea el aire en celebración de la música y en canciones como Limit Of A Man incluso hacen pogo al unísono. Es algo único. Diría incluso que son fanáticos" (extraído de un post de facebook publicado el 14/04/2019).

Efectivamente, eso es. Estos tipos, que salen de su vida relativamente tranquila en las Midlands inglesas para pegarse una paliza de conducir (¡en furgoneta!) por media Europa, con todos los peligros y el cansancio que ello conlleva, de repente encuentran frente a sí a la afición más entusiasta del mundo, mujeres y hombres que harían palidecer a la mejor hinchada de club de fútbol, cantando a voz en grito, con ojos cerrados y puño en alto unas canciones que realmente significan la vida para ellos. Y es que tanto unos -la banda- como otros -su entregado público-, están allí para lo mismo: escapar durante un rato de la mierda cotidiana y alcanzar el cielo a través de la mejor de todas las drogas: la música SOUL.

Por eso estos señores tan elegantemente vestidos (hubo hasta quien les ayudó a planchar sus camisas antes del concierto en el club) y con un entusiasmo tan fuerte por lo que hacen como para sobrellevar un viaje agotador para llegar a tiempo a tocar, se emplean a fondo en su trabajo. Son honestos, profesionales y saben que se lo deben todo a la gente que acude a verles. Esta peña no lo hace por dinero, lo hace por amor. Y eso queda plenamente reflejado en lo que vimos el pasado sábado sobre las tablas del loco. Fue puro amor.

Esta vez damos la palabra al otro Neil (Jones, cantante y guitarrista): “Sigo subiendo y subiendo tanto como me es humanamente posible en cada canción, esta gente lo merece, nos encanta tocar aquí y es el último y el más emocional concierto del tour. Todo el mundo en la banda cava hondo en sus reservas, siempre hay que dar el 110% en ese escenario. Siempre digo que es un placer y un privilegio tocar para la gente y como en la vida, deberías agradecer y aferrarte a cada momento bajo esas luces. Acabamos y recibimos uno de los más grandes y ruidosos aplausos del año” (post de facebook publicado el 14/04/2019).

¿Qué puedo añadir? Ante semejante despliegue de honestidad, amor y pasión por lo que hacen y por su público no puedo más que emocionarme casi tanto como lo hice al ser espectador de todo lo que cuentan. Veo muchos conciertos al año, pero puedo asegurarles que mi cara esta vez no era la normal, era la de un chiquillo disfrutando como un loco, con una sonrisa permanente, el puño siempre en alto y berreando cada letra de canción al unísono con todos los cómplices que se encontraban allí. Estaba recibiendo la absolución por todos mis pecados pasados y futuros a cargo de una banda en estado de gracia, con un repertorio increíble y que empezó bien alto ya desde la primera canción para continuar alzando el vuelo un poco más a cada minuto que pasaba. Absolutamente increíble. Flipante. 

Foto: Alberto Baixauli

Es en momentos como estos en los que uno se explica muchas cosas. Porqué encuentra tiempo debajo de las piedras de una vida demasiado ocupada con obligaciones para seguir arañando la emoción de la música que le ha acompañado durante toda su vida. Suenan canciones como Beverly, Limit Of A Man, Carry The News, Next Time Around o Simplify The Situation y uno le encuentra sentido hasta a la existencia. En esos momentos no caben las dudas, la infelicidad, las inseguridades. Somos sólo nosotros y nuestra historia, la de los músicos y la de los que estamos abajo con la boca abierta.

Por si fuera poca la excelente ración de sudor, soul, funk, sección de vientos, percusiones latinas y fantásticas canciones propias que nos propinaron los ocho tipos que abarrotaban el escenario del Loco Club, tuvieron a bien dar la propina con el gran aliciente de esta gira, el contenido de un single que están a punto de editar, en colaboración nada menos que con Mr. Paul Weller y Mr. Graham Parker y que tiene en su cara A la versión de I'm Gonna Tear Your Playhouse Down de Ann Peebles popularizada por Parker en los 70 y en la cara B una gran favorita del northern  soul, nada menos que el Ordinary Joe de Terry Callier, que sirvió para dar colofón en plan delirio a una noche absolutamente histórica, al menos para el que suscribe.

Al fin y al cabo, aunque no salga en los libros, nuestra historia, la que realmente importa, la escribimos nosotros mismos. La mía, la que voy escribiendo cual erudito en mi cabeza, se nutre de momentos como éste, llenos de la intensidad y la felicidad que sólo el amor incondicional por la música puede proporcionarnos. No soy religioso, pero rezaría a quien fuera por repetir algo así aunque sólo fuera una vez al año. El alimento para el alma que proporciona da para subsistir una buena temporada. Gracias por ello, chicos!

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