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lunes, agosto 30, 2021

Metal Paradise Fest en Fuengirola (28 y 29/08/2021)

 


El Paraíso, si existe, debe ser un enorme escenario en una montaña, frente al mar, donde se sucede la música mientras la gente salta y lo da todo como cura casi terapéutica. Al menos así ha sido, en un ambiente seguro y controlado, para los 1700 asistentes al Metal Paradise Fest, en el marco incomparable del Castillo de Sohail, en Fuengirola. Donde, desde hace unos cuantos años, se está apostando por una intensa y variada programación en la que suelen tener protagonismo estrellas internacionales como Sting, Bob Dylan o Santana, a quién tuve la oportunidad de ver allí mismo disfrutando del ambiente pre pandemia. Muy parecida a esa sensación, la vivida estos dos días en el Marenostrum, tras realizarse test de antígenos a los asistentes que, a pesar de ser negativos, no podían quitarse la mascarilla. Eso sí, sin sillas y sin distancia, para volver a vivir la experiencia de compartir el rock entre sus fieles. Y, cómo se agradece.


Con puntualidad inglesa y el calor de las cinco de la tarde en Andalucía, aunque una leve brisa que hacía posible la estancia en el recinto, los primeros que se atrevieron a desafiar las temperaturas del sábado pudieron disfruta del folk metal de unos Lèpoka dispuestos a calentar mucho más el ambiente, si es que ello era posible. Transmiten ganas de fiesta, de que corra la cerveza y la camaradería se adueñe de la jornada así que, dada la situación, no se me ocurre banda más adecuada para una apertura en la que poner ya al público en situación y con ganas de hacerse pedazos desde el primer minuto.


Les siguieron Saurom, que abrieron con su “Amanecer” mientras se iba acercando al escenario cada vez más gente, todo camisetas negras, a cual más heavy, como corresponde. Un estilo bastante análogo al de sus predecesores, alegría y jolgorio a doble bombo y mucha comunicación con los que se deshacían a pie de escenario cerveza en mano. Finalizaba su show, tras unos 50 minutos, con “La fiesta de la cerveza” y “La taberna”, este ya con los Lèpoka saltando sobre las tablas, demostrando la complicidad entre ambas bandas.


Desde Barcelona, Crisix aguantaron estoicamente el sol abrasador dándoles de cara e hicieron gala de su bagaje y experiencia demostrando su gran calidad, a pesar de estar recién llegados de cruzar la península de lado a lado, procedentes de Viveiro, donde llevaron a cabo también una gloriosa actuación, según leemos en los medios. Abrieron actuación con “ASFH” a modo de intro para entrar de lleno en un setlist de los que parecen hechos para agradar a todos los públicos, repleto de granes éxitos como “Leech Breeder” o “Xenomorph Blood”, dando una lección de potencia con control, que es la que deja buen sabor de boca.


Una vez entrados en calor, para seguir bien arriba, temas como “Brutal Gadget” en la que el vocalista se armó de máscara y maracas y “Get out of my head”, aderezados todos ellos por el ‘popurrí’ de The Beastie Boys, Pantera y Metallica, como es habitual en sus shows. Tan habitual como el propio cambio de instrumentos que hacen en directo, que demuestra la capacidad musical de sus miembros. Ante el inminente estreno, el 10 de septiembre, de su trabajo “No tip for the kid”, Juli presentó el tema tras la sorprendente entrada al escenario de una moto con el consiguiente cajón que contenía nada menos que cajas de pizza con la portada de ese nuevo trabajo que tienen a la vuelta de la esquina. Impresionante final con “Ultra Thrash” para despedirse de un público que ya se estaba dejando el cuello en las actuaciones.


La puesta de sol llegó con unos Jinjer que venían también de Viveiro, sin descansar y con varios problemas que agravaron de alguna manera su malestar al llegar al recinto y, aún así, agotados y en cierta manera desbordados, la banda dio todo lo que pudo de sí para arropar a una Tatiana Shmaylyuk que eclipsa no sólo a la banda, sino a todo lo que se ponga a su alrededor, carismática y potente, con una exultante juventud que le permite lucirse como la diva en la que empieza a convertirse poco a poco. Temas como “Home Back” o “Vortex” marcaron el punto álgido de la actuación de los ucranianos, presentes ya en todo festival que se precie.


Increíble la capacidad vocal de esta mujer menuda pero llena de energía, que te traspasa el pecho a base de guturales y miradas felinas. Escénica, frontwoman por excelencia, un placer disfrutar de una actuación con tanta garra como la suya. Dejando a un lado los temas con los que se dieron a conocer, quizás los más esperados por el público, sí tocaron sin embargo otros como “Macro”, “Micro” o el “Wallflowers” que traen recién estrenado y que sonó como una tormenta en directo, estrenando también temas como “Disclousure!” o “As I boil ice” para promocionar su último trabajo.


Cerrando la noche, los alemanes Kreator, con un potentísimo Mille Petrozza a la cabeza, espectaculares desde el inicio de un show donde pudimos ver un despliegue de medios que iban desde las columnas de fuego a los cañones de humo vertical para adornar un setlist intenso, cargado de éxitos como “Phobia”, “Enemy Of God”, “Phantom Antichrist”, “Flag Of Hate” o la que puso fin a su actuación “Pleasure To Killy”. Temas todos ellos con los que seguir dejándose el cuello a pie de escenario. Son una banda potente y lo saben, así que no se vienen abajo a la hora de demostrar que merecían sobradamente la franja horaria de la que pudieron disfrutar, a pesar de que el viento no facilitó las cosas en algunos momentos.


Llegábamos así a una segunda jornada, ligeramente más fresca que la anterior, con brisa moderada que, si bien impidió, como en la jornada anterior, que se colocasen algunos telones, daba un respiro y calidad a la estancia del público en el recinto.


Abrían, nuevamente puntuales, Siddharta, una banda alegre y festiva que se aseguró la plaza tirando de éxitos y temas esperados por sus seguidores y que se atrevieron a versionar el “Maniac” de Michael Sembello, siendo muy aplaudidos por ello a pesar de que, a una servidora, no terminó de convencerle demasiado el resultado, poco metalero para la ocasión.


La sorpresa del festival, para mí personalmente, los alemanes The Ocean, de los que me declaro seguidora de ahora en adelante. Tras anunciar en sus rrss que su batería, Paul Seidel, se había roto un brazo montando en bicicleta y que le sustituía Peter Voigtmann quién se tuvo que aprender los temas en tiempo récord, hay que decir que el setlist sonó tan brillante como si hubiera estado su titular a las baquetas, sencillamente impecable.


En la parte puramente textual cabría decir que abrieron con “Triassic”, un tema hipnótico con subidas y bajadas imposible, progresivo, con una latencia que recordaba, en cierta manera, en sus partes más melódicas, a unos Incubus con los que pueden medirse las fuerzas cara a cara. Con su último trabajo “Phanerozoic II: Mesozoic / Cenozoic” y del anterior, cuyo título también hace referencia a eras geológicas, tenían material de sobra para completar una actuación intensa y de gran calidad.


Se agradecieron detalles como la bajada de su vocalista hacia la zona de público, como en los festivales de antes, en los que, a veces, podías compartir sudor con los músicos. Final, completamente apoteósico, con “The Cambrian Explosion” y “Cambrian II: Eternal Recurrence”, con los que pusieron broche final a un show brutal, sin fisuras. Atentos a esta banda, mejor no perderla de vista.


Sin poder colgar todo su atrezzo, como hemos dicho, a causa del viento, Destruction salieron a escena con una estética potente y metalera sin quejarse ni hacer referencia al calor, igual incluso les resultaba agradable, ya se sabe que aquí se viene, a tomar el sol y eso allí no faltó en ningún momento. Con la potencia del thrash metal más contundente y el carisma de Marcel Schmier, los alemanes funcionaron como una máquina bien engrasada a pesar de haber tenido, recientemente, algunos cambios en su formación.


Sin entrar en enumerar los temas con los que aumentaron el pulso de los presentes en Fuengirola, su veteranía y saber hacer aseguran siempre un show de altura, siempre bien armado y un espectáculo de gran potencia.


El sol caía ya en tonos azulados cuando la siempre elegante Tarja (Turunen) salió al escenario acompañada de una banda solvente, entre los que me llamó poderosamente la atención Doug Wimbish, al bajo, a pesar de que toda la banda demostró una solvencia y profesionalidad increíbles. Hablar de Tarja o de cualquier espectáculo suyo pasa por hablar de elegancia, de sensibilidad, de hablar de una de las mejores voces del metal, a pesar de que, en sus últimos trabajos, ese metal se ha hecho cada vez más melódico. Ella es una diva, una mujer que llena el escenario y, a pesar de todo, sabe compartirlo y dar a su banda el protagonismo necesario.


Un repertorio en el que brillaron temas como “Dead promises” o “Demons in you”, en el que se lució con la voz en “Falling Awake” o “Goodbye Stranger” y que tuvo su punto álgido al anunciar Tarja que íbamos a retroceder 16 años (entonces ella era vocalista de Nightwish) e interpretar “Nemo”, uno de los que cantó de la banda que la lanzó a la fama. Tras esa incursión en el pasado, apoteósico momento el de escuchar en el teclado los primeros acordes de “I walk alone”, tema con el que emocionó intensamente al público, casi en la misma medida en que lo había hecho con “Victim Of Ritual” e “Innocence” antes de acabar con temazos como “Over The Hills And Far Away” versión de Gary Moore, que en su día grabó con Nighwish y que llegó a ser casi más conocida que la original si cabe.


El punto final de la noche y del festival estuvo a cargo de los suizos Eluveitie, con más folk metal y mucho ambiente festivalero, banda muy apropiada para el fin de fiesta. Un amplio arsenal de instrumentos entre los que escuchamos flautas, zanfonas, mandolinas, arpas y gaitas fueron el sustrato sobre el que asentar ese sonido folk medieval tan apropiado para estos finales épicos con contrapuntos tan potentes como los de la melodiosa voz de Fabienne Erni y los guturales de Chrigel Glazmann que se combinaban para dar a los temas ese sonido que tanto les caracteriza.


Pero, como hemos dicho, tocaba final de fiesta, darlo todo, abrazarse a una experiencia que necesitábamos hace meses. Al final, todo esto se vive por dentro y, para eso, nada mejor que terminar un festival como este con el ánimo por todo lo alto.

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