Luz Casal presentó “Las ventanas de mi alma” su decimosexto álbum en el majestuoso Palau de les Arts dentro de una confortable y bonita velada de dos horas.
Tienen de especial las noches
que sales de tú zona de confort (acostumbradas a frecuentar más las salas de
rock de la ciudad), que te reencuentras con un público más diverso y variopinto,
y sobre todo mucho más respetuoso, escuchándoles desde la entrada hasta llegar
a tú butaca otro tipo de conversaciones, y distinguiendo otras ilusiones,
emociones o sentimientos, que marcan diferencia pero que en esencia, siempre que
se trata de música en directo, confluyen en una misma dirección, la de poder elevarnos
un poco más alto, volar con libertad y dejar de pensar en todas las vicisitudes
de la vida mientras las canciones suenan.
Nadie de los presentes podÃamos
imaginar que antes de que una de las grandes voces de nuestro PaÃs saliera a dar
otra de sus grandes lecciones (¿Cuántos años lleva ya dándolas?, por lo que leemos
unos 46, ¡Casi nada!), una voz en off nos anunciarÃa la sorpresa que nos tenÃan
preparada y verÃamos aparecer a Christopher Barron, cantante de Spin Doctors,
para interpretar alguno de sus temas con acústica. Luz nos contaba que hace
mucho tiempo se conocieron y que su relación estaba escrita, confesando que
casi se desmaya del gusto cuándo le vio con una camiseta con su cara en uno de
sus vÃdeos, ¿What time is it? Un momento simpático y anecdótico en el que pudimos
cantar como en nuestra querida juventud frente a la televisión viendo los 40 principales
o en la discoteca saltando, “Two Princes”.
Tras la retirada del pedal y
demás cables de Christopher, un par de minutos y el comienzo de un directo
inolvidable; sonando como primer tema “Las ventanas de mi alma” detrás de una gran
ventana en la que se transparentaba la imagen de Luz para luego atravesarla
para mostrarnos todo el mundo interior que lleva construyendo tras cuatro
décadas. Una escenografÃa sencilla con ella en el centro y sus músicos en los
laterales, para dejar vÃa libre a la interpretación y a esa figura tan gestual,
señas de su identidad, y que pueden hacer conmover a todo un auditorio solo con
un silencio, una mirada a lo lejos, una sonrisa o un gesto de complicidad a
alguno de sus músicos. A resaltar los preciosas visuales que acompañaban algunos
de los temas y el increÃble juego de iluminación que nos hacÃan emerger aún más
en la noche y cargaban de belleza la enorme
presencia que tiene sobre el escenario, su impresionante voz, la tablas y la
cercanÃa tan sincera y agradable que tiene con su público.
Su música siempre ha estado marcada
por mensajes que son verdaderas declaraciones de intenciones y que desprenden unos
valores humanos que seguro que han servido de guÃa a muchos de sus seguidores.
Como cuándo en el cuarto tema, cuándo volvÃamos a las butacas tras el privilegio
de haber podido captar su imagen con nuestras cámaras, lo dedicó a las mujeres,
y claro, empezó a sonar “Y no me importa nada”, con letra de Gloria Varona,
imposible dejar de reivindicarla, porque seguramente las canciones siempre nos han
servido para darnos cuenta de la realidad y canalizar con esto los miedos y
preocupaciones. El concierto tuvo pasajes de corte clásico en los que la
elegancia de Luz junto a la maestrÃa de su banda nos embelesó y nos llevó a
evocar momentos precisos, bellos y eternos de nuestras vidas: asà nos ocurrió
cuándo llegaron cortes como “Entre mis recuerdos”, la popular de Agustin Lara “Piensa
en mÔ (abriendo las puertas a Francia en su momento), “Estaba escrito” o “Dame
tu mano”, dónde destacó el monumental chorro de voz que aún conserva y que sabe
manejar sin pestañear y de forma natural. Es lo que tiene ser una persona sin
artificios, que ha mantenido durante toda su carrera una honestidad brutal, y que
nunca ha olvidado de dónde viene y lo que le ha costado llegar a ser una de las
mejores voces de España.
Decir que Luz brilló (perdonen el fácil juego de palabras) durante todo el concierto seguro que para muchos es exagerar, pero desde estas lÃneas, pensamos que su directo fue sobresaliente, y que demostró estar en plena forma con sus 64 primaveras. Siempre reivindicamos a las viejas glorias masculinas, pues desde Alquimia Sonora también lo haremos con ella, porque entregarse de la manera que lo hizo en temas como “Antes que tú” (una de las más rock del nuevo disco), la mÃtica "Rufino" (siempre pensando en su público) o “Un pedazo de cielo”, con ese aire fronterizo, es un esforzado ejercicio de trabajo y constancia. Tuvo tiempo para interactuar con su público, comunicativa en todo momento, expresiva, generosa e interminable. Asà se vio en “Hola, Qué tal”, con la aparición de la voz de Guille de Vetusta Morla entre medias, resultado de las dos mil llamadas a gente que hizo durante la pandemia. Alucinante y sorprendente a partes iguales. Agitadora como nadie nos hizo separarnos en dos bandos para cantar nosotros “Un nuevo dÃa brillará” y en otro de los grandes momentos guardados en la retina, saludó al público de la parte más alta del auditorio, diciendo que les sentÃa igual de cerca. Por cierto, eran los más emocionados, sin duda. Girabas la cabeza y la ondeada era preciosa.
No faltaron “Negra sombra”, dentro
de la memoria sentimental gallega, e inevitable guiño a su tierra, dos de las
más intensas y emocionales del nuevo disco “Un lugar perfecto” y “La Inocencia”,
esta última bordándola, o “Mi confianza” y “Te deje marchar”. Un directo de Luz
Casal es algo tan intenso que era muy difÃcil asimilar que delante de nosotros
estaban interpretándose unas canciones que ya son historia de la música dónde cabalgan (tanto ella como su banda) por el flamenco, el jazz o los boleros, con maestrÃa y buen hacer, desplegándose y empacando con solidez a través de infinitos registros, en una noche
que parecÃa que nunca iba a tener fin. Nos hubiéramos quedar a vivir allÃ, la
verdad.
GalerÃa fotográfica
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