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domingo, febrero 02, 2014

Frank Turner & The Sleeping Souls + La Maravillosa Orquesta del Alcohol - Sala Loco Club Valencia - 30/01/2014.

Frank Turner & The Sleeping Souls + La Maravillosa Orquesta del Alcohol - Sala Loco Club Valencia - 30/01/2014.

El pasado viernes iniciaron en la Sala Loco Club de Valencia una breve gira por nuestro país, Frank Turner & The Sleeping Souls acompañados en las tres citas por La Maravillosa Orquesta del Alcohol. Las otras dos convocatorias son en Barcelona, Sala Bikini el día 31/Ene y en Madrid, Sala Arena el 1/Feb. En el caso de los locales ya acumulan más de un centenar de exitosos directos en los a penas poco más de dos años que llevan juntos. Para el británico y sus acompañantes ésta era la tercera visita a nuestro país tras su estancia en el Azquena Rock Festival en julio de 2012 y la gira europea del pasado año en la que con motivo de su teloneo a los Dropkick Murphys visitaron en febrero Madrid y Barcelona. Al principio del set, Frank tras saludar al público se mostró contento de añadir una ciudad más a las visitadas en nuestro país y que en el caso de su tercera visita fuera en calidad de cabezas de cartel.

La expectación por ver al cantautor de Hampshire, acompañado de su habitual banda, The Sleeping Souls, era enorme. Su brillante paso por el festival de Vitoria en julio de hace dos años coincidió en un breve espacio de tiempo con otras de sus dos actuaciones más multitudinarias: el show ofrecido en el Wembley ante doce mil personas (sold out) en abril del mismo año y que tuvo de telonero nada menos que a Billy Bragg; y su participación en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Londres en julio para la que interpretaron tres temas: "Sailor's Boots", "Wessex Boy" y su hit, "I still belive". Y la expectación se plasmó en la gran afluencia que acusó la sala nada más producirse la apertura de puertas hasta conseguir lleno total ante la satisfacción de ambas bandas. De que la popularidad de Frank Turner en su país es considerablemente mayor que en el nuestro daba buena cuenta el hecho de que un porcentaje que rozaba un cuarto de la sala era de origen británico, lo que propició que el músico se explayase hablando entre tema y tema, bien refiriéndose al origen o temática de la canción a interpretar (un tema dedicado a un amor no correspondido por una chica francesa, otro en cuyo debut la estrenó ante una audiencia de sólo dos personas). Turner gusta de referirse a él como entertainman más que como songwriter y dio buena prueba de ello relatando numerosas anécdotas sobre su estancia en Valencia, aparte de tener el detalle de emplear el nombre de la ciudad en tres canciones sustituyendo la ciudad original que figura en la canción y comenzar el concierto dirigiéndole al público unas palabras en español.

Si las estrellas de la noche eran sin duda Frank Turner y su banda, no es menos cierto que una parte considerable del aforo esperaba con ganas el paso, también por primera vez por nuestra ciudad, de los burgaleses La Maravillosa Orquesta del Alcohol, sobre todo después de la publicación de su primer largo, "¿Quién nos va a salvar?" (Mus Records, 2013), magnífico disco de folk-punk que ha tenido una notable repercusión en la escena que abraza sonidos de corte acústico. El sexteto compuesto por David Ruiz (guitarra y voz), Adán R&R Maravillas (guitarra y mandolina), Alvar de Pablo (saxofón y coros), Joselito Maravillas (acordeón y coros), Juan Mariscal (bajo) y El Maravilloso Caleb (batería), llevan juntos, como señaló David, poco más de dos años y acumulan ya más de un centenar de directos. Influenciados por bandas como Mumford & Sons, Fleet Foxes, y clásicos como Johnny Cash o Billy Bragg,  se desenvuelven con soltura entre el alt country, el blugrass y el blues de raíces con esencias más norteamericanas tamizados por el folk y rock de tradición celta.

David se erige como indiscutible frontman, poseedor de una voz potente y desgarrada apropiada para interpretar las letras de sus temas, historias que rinden homenaje al romanticismo de la derrota, a las madrugadas con regusto a alcohol y desesperanza, al eterno viaje en la estela de los beats que reflejan en la figura de Jack Kerouac, a la lucha cotidiana de la que, como bien dicen en uno de sus mejores temas, ¿Quíen nos va a salvar?. Para estos pecadores, aficionados a paganas liturgias de música en directo y ofrendas a dioses mayores como Johnny Cash o Woodie Guthrie, sólo existe redención por medio del rock'n'roll. Dieron comienzo al arrollador concierto ofreciendo tres temas cantados en inglés pertenecientes a sus dos primeras grabaciones: "No easy road" (2011) y "The shape of Folk to come" (2012), de las que interpretaron: "No easy road", "Masters of The World" y "Baker St.", con las que ya caldearon el ambiente. Mezclado entre el público, el propio Frank Turner asistía, cerveza en mano, a la actuación de sus teloneros, con atención y siguiendo el ritmo disfrutando de los temas de los que van a ser sus compañeros de gira española.

Con "Hijos de Johnny Cash" dieron comienzo al repaso de su exitoso álbum, continuando un set que por momentos se hacía más y más potente, consiguiendo que la gente corease las letras de las canciones, verdaderos himnos sobre batallas y derrotas cotidianas. Siguió "Vasos vacíos" uno de sus más hermosos temas en el que la exuberancia de los músicos no oculta el desagarro de la historia. El saxo incendiario de Alvar y el acordeón de Joselito, junto la mandolina eléctrica de Adán ponen el contrapunto melódico a la guitarra y voz de Rafa, y a la trepidante sección rítmica que forman Juan y Caleb. "Suelo gris" y "1932" precedieron a la recta final para la que reservaron sus temas más conocidos: "¿Quien nos va a salvar?", "Nómadas", "Underground Blues" y como es habitual en sus conciertos, cerraron con "Gasolina", aunque realizaron un rápido bis en el que un exultante Joselito sustituía su acordeón por un bombo con la efigie de Johnny Cash como declaración de principios Fin de un concierto pleno de sentimiento y música canalla, en el que la vorágine musical de los seis miembros de la banda articulaba el marco perfecto para unos textos llenos de amargura, lucha y a la vez desafío y esperanza. Se despidieron con la promesa de una próxima visita, promesa que estamos seguros cumplirán.

Cuando uno está acostumbrado a actuar frecuentemente en festivales (Two Hundred Trees, Leeds, Glastonboury), grandes espacios (Wembley) o a telonear en estadios a bandas como The Offspring, Green Day o Dropkick Murphys, el espectador espera que un concierto en una sala de aforo mediano venga a ser como una versión reducida del músico en cuestión. Fred Turner & The Sleeping Souls venían precedidos de la fama y reputación de que tanto sus directos para grandes audiencias como sus conciertos en pequeños recintos gozan la misma intensidad por la vehemente propuesta del británico que no hace distingos a la hora de interpretar su música ante cinco o cincuenta mil personas. A los vídeos colgados en Youtube me remito donde se pueden ver decenas de brillantes ejemplos. Tras un rapidísimo cambio de equipo, subieron al escenario Ben Lloyd (guitarra eléctrica y mandolina), Tarrant Anderson (bajo), Nigel Powell (batería), los tres pertenecientes a la banda Dive Dive y Matt Nasir (teclados y harmónica), componentes de The Sleeping Souls acompañados de un exultante Frank Turner.

Tras la disolución de la banda de post-hardocre Million Dice, Turner inició una carrera en solitario para la que luego reclutó a The Sleeping Souls con los que lleva registrados, además de numerosos singles y EPs, cinco magníficos álbumes de larga duración repletos de buenas canciones: "Sleep is for the Week" (2007), "Love, Ire & Song" (2008), "Poetry of the Deed" (2009), "England Keep My Bones" (2011) y "Tape Deck Heart" (2013), siendo estos dos últimos los más famosos y los que coparon la mayoría del setlist ofrecido. Con "Photosynthesis" iniciaba un concierto que se iba a prolongar durante noventa minutos y con el que nos iba a demostrar, que el apelativo de "el poeta del punk-folk" lo tiene más que merecido. Sólo dos canciones más, "Plain Sailing Weather" y "Peggy Sang the Blues" (single de su penúltimo álbum) caldearon el ambiente de la sala indicándonos que estábamos ante uno de esos conciertos que pasan a formar parte del imaginario colectivo de un público, de una sala, de una ciudad, de los que muchos años después se recuerdan con cariño y el estupor intacto. Un Frank Turner pletórico daba paso a una celebrada "Loosing Days" con la que Ben Lloyd lucía para marcar la melodía del tema a base de mandolina eléctrica. A estas alturas la gente ya había sudado, bailado, acompañado a las palmas y cantado con una intensidad que se reserva sólo para los momentos finales de un concierto. Y no habíamos hecho apenas que empezar. Más madera: "Try This At Home", "Glory Hallelujah", "Reasons to be an Idiot" precedieron a "The way I Tend to Be" magnifica canción de medio tempo perteneciente a su último disco.

Sobre el escenario, excepto el elegante e impertérrito Nigel (tras la batería) y el atareado Matt (tras los teclados) permanecían en su sitio: Frank, Ben y Tarrant desplegaban toda su energía moviéndose continuamente, saltando e interpretando los temas con una dosis un poco más energética de como aparecen en sus registros discográficos. Un pequeño respiro para la banda que se retiró a camerino mientras Turner interpretaba un tema a solas con su acústica y rápido regreso de los cuatro miembros de The Sleeping Souls para volver con "Wisdom Teeth", "Take you home" (con una magnífica percusión a cargo de Nigel que situó el tema entre lo tribal y lo céltico), "Wessex Boy" y "Polaroid Picture", este último tema de su reciente álbum "Tape Deck Heart" que han reeditado en formato EP acompañado de otras cuatro versiones y que publicaron la pasada semana. Habían transcurrido ya los dos primeros tercios del concierto y aunque sabíamos que restaban por sonar sus temas más emblemáticos no esperábamos lo que iba a ocurrir a continuación.

Turner, que alternaba el uso de dos acústicas durante el concierto que le eran entregadas por un pipa del grupo, se la descolgó definitivamente y se la cedió a éste para emprender el tercio final del concierto sólo cantando. "I knew prufrock before he got famous" tiene esa estructura de  crescendo con cadencia hacia los mejores Waterboys, y ese verso en el que recuerda "english boys with banjos". Le siguieron "The Road", single que editó entre su segundo y tercer álbum, "If Ever I Stray" y "Eulogy". Con "One foot before another" demostró porque es el maestro del Folk-Punk por encima incluso de Dropkick Murphys y de Chuck Ragan. Durante una interpretación acelerada e intensa de la canción, Turner se subió a la prolongación del escenario y desde allí, tras palmear las manos de las decenas de seguidores agolpados alrededor, se subió sobre varios de ellos sin dejar de cantar para dejarse caer luego sobre los que ocupaban las primeras filas, rodar hasta el escenario y acabar el tema, todo ello sin dejar de cantar. Abajo tienes el vídeo, de este brutal momento con el que se metió en el fondo del bolsillo a una audiencia que ya lo estaba desde la primera nota de la primera canción. Siguieron ya con el vértigo del que se desliza por una ladera cuesta abajo.

Tras "Long Life the Queen", el primero de los grandes hits de la noche en una noche plena de ellos: "Recovery" single extraído de su último álbum y que fue cantado por toda la sala, penúltima canción del concierto antes de finalizar con la última canción del mismo álbum, "Broken Piano". Un merecido descanso más que un verdadero final pues mientras Turner y los músicos se retiraban rápidamente a camerino en la mente de todos estaban dos grandes canciones que faltaban por sonar y que no podrían faltar en un concierto de los de Hampshire.


De nuevo la salida del backstage fue precedida por un exhausto y feliz Turner que nos ofreció un tema a solas con su acústica antes de invitar a volver al escenario a The Sleeping Souls para regalarnos esas dos joyas entre sus composiciones: "I Still Belive" y "Four Simple Words". La primera fue cantada, bailada, coreada y disfrutada por toda la sala al completo, recordando el vídeo oficial de esta canción, con la gente siguiendo el ritmo con las palmas y en un Loco Club lleno de caras con una sonrisa radiante encajada en ellas, Un Turner gozando del momento enseñó la diminuta armónica antes de acometer ese sólo que precede al final de la canción y que literalmente nos puso los pelos de punta de emoción. Un, dos, tres y "Four simple words" empezaba con su cadencia lenta de canción de saloon al ritmo del piano mientras Frank desgranaba sus versos: "I want to dance, I want to dance", degustando con la sala a la espera de ese momento en el que el cambio de ritmo hizo que todos saltásemos y coreásemos la letra, finalizando con la banda enloquecida en un final de vértigo y los asistentes acompañando a los coros. Ahora si sabíamos que había acabado. Y así, con una sonrisa radiante en las caras de todos, fuimos abandonando el Loco Club con la certeza de haber vivido una de las noches más especiales que ha cobijado.

Frank Turner & The Sleeping Souls







La Maravillosa Orquesta del Alcohol







FOTOGRAFÍAS: SUSANA GODOY

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