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martes, julio 02, 2019

Molly Burch, una crooner pop de gira por España.

La joven californiana tiene sólo dos discos en su haber, pero con ellos ha sabido demostrar una capacidad insólita para hacer sonar a clásico lo moderno y viceversa, a base de unas canciones que se le pegan a uno como lapas y una voz como pocas pueden escucharse actualmente. Tres fechas en España (Madrid, València y Vilanova i La Geltru, en el seno del Vida Festival) serán testigo de sus capacidades. 


Y vamos a ver, ¿por qué el término crooner sólo suele usarse para los hombres? Dejémonos de monsergas, por favor. No sé que pueden tener Frank Sinatra, Dean Martin o Tony Benett que no tengan Patsy Cline, Billie Hollyday o Nina Simone. Que alguien me explique porqué a una mujer sólo se la puede llamar "diva", con toda la connotación negativa que conlleva y a los machotes "crooner". No lo entiendo, como tampoco entiendo por qué a las mujeres sólo se las compara con otras mujeres. Por ejemplo, a quien nos ocupa, Molly Burch, siempre se la compara con Angel Olsen, cantante con la que sí, tendrá algo (no demasiado) que ver, pero no tanto como por ejemplo, en mi opinión, con un tiarrón como Richard Hawley, con el que la emparentan una voz sedosa y poderosa capaz de acariciar el alma de unas canciones con referencias 50's-60's omnipresentes pero que no restan personalidad al conjunto y una capacidad inusitada para el romanticismo exacerbado, que era, al fin y al cabo, lo que se exigía a los crooners para aprobar su examen de crooner. Sí, amigos, mujer crooner y ¡oh maravilla! comparable a hombres que hacen lo mismo que ella, todo en uno...

De todas formas, todo esto no deja de ser una perogrullada cuando lo que tenemos entre manos es un material como el de la californiana, que cuenta con dos dis-ca-zos editados en tan sólo dos años, Please Be Mine (2017) y First Flower (2018), a los que parece, por el single aparecido en redes hace poquito, que va a dar continuidad en breve. En ambos hace un magnífico cóctel de influencias vintage, que fue amasando a partir de la discoteca que sus padres -productor musical uno y directora de casting la otra- pusieron a sus disposición en su casa de Hollywood, del aprendizaje de interpretación jazz vocal que cursó en la universidad de Carolina del Norte o de lo que ha ido aprendiendo desde que se mudó a Austin, una de las actuales mecas de la música estadounidense.

A través de todo eso ha ido condensando un estilo que no sabe de épocas, que suena moderno pero también pretérito y que fluye natural cuando uno deja correr por el reproductor sus composiciones. Si nos ponemos en plan sommelier, sí, encontramos connotaciones al melodrama de Patsy Cline, al Bacharach más teenager, al recuperacionismo de M Ward o JD McPherson o al soul derrite-corazones de toda una Etta James...

Pero más allá de todo eso está su voz. Una voz que huele a humo de bar, un timbre casi fantasmal que lo inunda todo de una melancolía que en cualquier otra garganta sonaría impostada, pero que en la suya suena tan real que uno olvida que quien canta esas apologías al desamor es una persona demasiado joven como para haber vivido tanto. Esa impresión desprende, desde luego, su debut en Captured Tracks, Please Be Mine, que pese a ser editado por un sello tan garajero, es un compendio de pop preciosista, melancólico y por momentos barroco, profundamente evocador, que trazó un listón difícil de superar. Sorpresa mayúscula, pues, que su continuación, aparecida tan sólo un año después, First Flower, haga ver corregidas y aumentadas las virtudes del debut, merced a unas canciones que su autora va escribiendo cada vez con más desparpajo, así como con un mayor optimismo y siguiendo con los "ismos", amplias dosis de necesario feminismo. No hay más que echar un vistazo a la letra de To The Boys: No necesito gritar para explicar mi punto/ No necesito gritar para saber que soy la jefa/ Esa es mi elección/ Y esta es mi voz/Podés decírselo a los chicos. Toda una declaración de intenciones que además viene envuelta en una melodía irresistible.


La verdad, no creo que a nadie nos deje indiferentes lo que tiene que ofrecer esta joven. Podremos comprobarlo y disfrutarlo el jueves 4 de julio en la Sala Sol de Madrid, el viernes 5 en la Sala Loco Club de València y el sábado 6 en el seno del Vida Festival, en Vilanova i La Geltru (Barcelona).


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