En una noche de Fallas en la que
prácticamente no se podía dar un paso en sentido recto por la calle
por la multitud de gente, que parecía competir a ver quién hacía
la barbaridad más grande, el verdadero espectáculo estaba en un
lugar mucho más pequeño, el Deluxe Pop Club (que celebra estos días
su sexto y necesario aniversario) y hablaba de esas cosas diminutas
que tanto mueven el alma: el amor, la tristeza, la felicidad,...
Vale, es un principio digno de la aldea de irreductibles galos en la
que habitaba Asterix, pero es que siempre hay un poco de eso cuando
te encuentras con algo de buena música. Y Lauda y Fominder la hacen.
Abrió el fuego (aprovechando que
estamos en Fallas) Lauda, que, con los últimos fogones (aprovechando
de nuevo que estamos en Fallas) de su ep de debut Mágico fin de
fiesta, que ya llevan tocando más de un año en uno u otro
escenario, intentaron mostrar algunas de sus nuevas canciones en
formato acústico (del ep tocaron tres, finalmente). Lauda hace (como
también Fominder, aunque de una manera distinta), por si quedara
alguna duda, pop indie, puro pop. O sea, que cuando vas a verles, sabes que no
te van a contar tristezas que no duelen, como hace la música más
comercialoide y prescindible. Pero no hay únicamente dolor en sus
palabras: vienen del dolor, pero se proyectan en un intento de ayudar
al oyente, en esa especie de camino de baldosas amarillas, rodeadas
de espinas con rosas (y no al revés), que deben transitar los que de
verdad hacen arte que acompaña a tu alma durante el viaje por esta tierra lastimosa. Su música es un salto mortal
para aquéllos que tienen miedo a las alturas, haciéndote sentir
miembro de ese ejército transparente (en el público había más:
incluso alguien llevaba en el bolso una cejilla de guitarra para
cuando Lauda perdió la suya) cansado de la nada: te has juntado con
alguien que verdaderamente habla de ti, no de quién la sociedad
quiere que seas, ese robot sin botas. Escuchar a Lauda, incluso vals
mediante (“La nieve, el sexo y Julio”, impresionante: suena a
algo ya escuchado que nunca has escuchado así) es como volar junto a
esa chica de los aviones de papel de la que hablan (en sus letras
abunda la acción de volar casi como acto reflejo).
Después se cedió el turno a Fominder,
que llegaban de Zaragoza con unas cuantas baterías y teclados
grabados, en formación de tres, y con un disco bajo el brazo, 5
euros en el local, gratis en su bandcamp, como explicaron. El concierto fue un poco como el disco: de arranque impresionante, pero con un
leve desvanecimiento, desfallecimiento o lo que sea en la parte
final, de desarrollo más difuso. Aún así, disfrutarlos es una
suerte, ya que Fominder (y supongo que Lauda, pero de eso no me doy
cuenta porque compartimos ciudad, Valencia, en este caso) pertenece a
ese pop local que, por culpa de una desgraciada distribución y
cultura musical, carente de sentido del riesgo o del más mínimo
espíritu de búsqueda o, como digo yo, porculerismo sonoro, hace que
las bandas y oyentes de unas comunidades vean dificultado su
conocimiento de las de otras. Bandas como Microondas (apasionante, y que me recuerda un poco al rollo de Fominder),
Gascoigne, Noiseland, Delbosque y un largo, larguísimo etcétera,
estupendas todas ellas, que, con mayor o menor originalidad (vale,
Fominder no destaca precisamente en este sentido, no es especialmente
novedosa, pero lo que tantas veces han transitado otros, lo domina
casi a la perfección), van publicando cosillas y haciéndonos la vida más agradable. Un concierto rítmico e imaginativo, en suma.
Más info:
Fominder
Lauda
Lauda - La chica de los aviones de papel
Lauda - Uri Geller
Fominder - La imaginación
Fominder - Ritmo 16
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