Desde Galicia, vía Madrid, The Limboos llegaron a Córdoba bien armados de sonidos clásicos que aúnan la tradición de Nueva Orleans, el rhythm and blues primitivo y los aires latinos necesarios para que su coctelera fructifique en un concierto intenso y lleno de ritmo. Con solo dos discos y una tremenda actitud, se perfilan como una de las bandas más apasionantes de la escena actual.
Apenas veinticuatro horas antes de una de las más esperadas
citas (al menos por los abajo firmantes) en la terraza estival del
imprescindible Ambigú Axerquía, en Córdoba muy pocos sabían no solo de la
existencia y prestaciones de una banda como The Limboos, sino que ello había
derivado en una escasísima repercusión en la venta de entradas y el
consiguiente disgusto de los promotores. Paliada parcialmente la situación a
última hora y empujados por la brisa de una noche más benigna de lo habitual en
cuanto a temperatura, la banda de procedencia galaica afincada en Madrid se
subió al estrado con humildad e ideas cada vez más claras. Si ya habíamos oído
hablar de sus poderes en directo, su capacidad de arrastrar al baile y conjugar
en unos pocos acordes tradiciones tan dispares y cercanas a la vez como la del
sonido New Orleans, la tradición cubana y latina en general y la sangre del
rhythm and blues como fluido vital unificador de cualquier dislate quedó
patente nada más hacer efectivos los primeros saludos y dejarnos a merced de
nuestros pies. Y eso que no somos nada adictos al contoneo, dicho sea de paso.
The Limboos abren sus actuaciones con una pieza rítmica y
precisa como ‘Keep your hands’ y lo continúan con ‘What I’m saying’, ambas
herederas de una estética y unas formas que hoy siguen profesando adictos a
gente de más renombre y recursos (se nos ocurren The Blasters como avanzadilla,
entre algunos otros). Roi Fontoira es un frontman
muy bien dotado vocalmente, que lidera un grupo perfectamente aleccionado en
sus objetivos, con el saxo despiadado y pluriempleado –es uno de los
componentes básicos de esas bestias pardas que son Los Saxos del Averno- de
Daniel Niño, especialmente aplicado en instrumentales del calibre de ‘Crazy rumba’, uno de los temas que junto a ‘Calypso drunk’ o la exquisita ‘Space mambo’ que
titulaba su primer álbum hablan bien alto y claro sobre el concepto de unos
músicos que ven más allá del rock and roll y lo hermanan, como ya hicieron
algunos de sus maestros, con el tropicalismo y las corrientes caribeñas,
beneficiándose de ello en ‘Early in the morning’ y haciendo a Sergio Alarcón,
multiinstrumentista a cargo del órgano y la segunda guitarra, sacar sus maracas
y convertirse en una especie de manisero –suelen cerrar los shows con la
correspondiente versión del tema del mismo título- poseído por el espíritu de
Ray Barretto. Es un desenfreno controlado, una incursión en terrenos vetustos y
ricos en vitaminas para el cuerpo y la mente, pero sobre todo fértil en la
inspiración de las canciones grabadas para ‘Limbootica!’, el segundo y
espectacular disco de la banda, que revisa a pequeños clásicos ocultos como
Screamin’ Joe Neal en ‘Tell me pretty baby’ al mismo tiempo que se centra en
los suyos propios, acertadísimos viajes en el tiempo que en realidad no se
mueven del presente, y si no escúchense ‘Big chef’, ‘Nervous’, ‘I’m a fool’, o
el contrabajo de Sergio Sacristán en ‘Jamblaya walk’ y ‘No troubles’,
acompañando si se cierran los ojos al Elvis sureño que prometió ser, y lo
consiguió, el mejor cantante de country
que jamás haya existido. Tradición y pasión, conceptos que no siempre van de la
mano.
Aun a riesgo de sonar repetitivos o demasiado pendientes de
no descuidar sus patrones básicos, se apoderan de las ideas, ya en su momento
adoptadas y enriquecidas, de Brian Setzer en ‘Rockin’ o de Ray Charles en ‘Lies’,
arrastrando su poderío rítmico por toda la costa norteamericana en proclamas
exuberantes como ‘I need your love’ o ‘Big boy’, más pegadas al suelo que pisan
pero igualmente proclamadas con gusto. Lo que más sorprende en The Limboos,
aparte de que la batería la toca una italiana de piernas largas y look glamuroso llamada Daniella Kennedy,
es su aparente facilidad para fagocitar y hacer propio un sonido que otros trillan
en lugar de interpretar. Para todo hay que valer.
Tras hora y media de concierto, bises incluidos, lo mejor
para no traspasar la fina frontera entre deleite e indigestión (aún no parece
que haya sido demasiado largo, como reza el título de ‘Been a whole lot of time’),
nos despedimos de una banda que divierte y se divierte cada noche, cada vez que
comparten sus pasiones con un público más o menos grueso en número, y a la que
no le importa que sigamos siendo solo unos pocos los avispados que intentan que
su agenda esté siempre llena de citas con la música que nos ha hecho ser
quienes somos. O al menos una parte de ella.
Texto: JJ Stone
Fotografías: Raisa McCartney
Más info:
http://thelimboos.com/
https://www.facebook.com/TheLimboos/
http://www.ambiguaxerquia.com/
Publicar un comentario
¡Comparte tu opinión!
Esperamos tu comentario