
DÃa dos en un macrofestival. La variedad de pulseras, mochilas y reclamos publicitarios con forma de llaveros, camisetas, colgantes fosforescentes, sombreros y cualquier accesorio con el que complementar el cromatismo en los aledaños de los diferentes escenarios contrasta con la escasez de papeleras para deshacerse de los mismos, la irregularidad en la colocación de unos baños que agradecerÃan unas cuantas entrevistas de trabajo y unas incomodidades generalizadas que hacen que hasta la prensa acreditada tenga que aguantar a diario el manoseo de rigor a sus enseres ante la sordera y, una vez más, la ignorancia de los que ya pasaron dichas entrevistas, supongo que superando con dificultades las pruebas psicológicas. En cualquier caso, nuestra lucha diaria contra los elementos fue superada, y los que se habrÃan de encargar de emocionarnos y de hacer que nuestra presencia estuviera sobradamente justificada no decepcionaron, en lÃneas generales. Y eso que nada más llegar nos enteramos de que el cartel del dÃa habÃa sufrido un cambio, de lo cual no sabÃamos si congratularnos o no, pues los que teóricamente abrÃan el escenario Legendario, los sevillanos Maga, eran uno de los principales, y aguantar las inclemencias de la solana mientras intentas concentrarte en las canciones de una banda tan personal eran objetivos incompatibles. La desinformación hizo que el canje con Cut Your Hair nos pillara fuera de juego mientras buscábamos unos minutos de relax a la sombra del escenario Coca Cola, si bien lo justo serÃa decir que querÃamos comprobar si ‘Tripolar’, el disco que han grabado los chicos de Zenttric, fresquÃsimos con su power pop de manual, es tan bueno como nos habÃan contado. ‘La noche que estuvimos a punto de casarnos’ sirve de avanzadilla para una colección de canciones rápidas y efervescentes como ‘Sólo quiero bailar’, un tema de los que te enamoras casi a la primera escucha. Un directo rodado pese a su juventud y una de las revelaciones del festival, aunque pocos parecieron enterarse, y además su cantante guarda un parecido brutal con Jimi Hendrix (fÃsicamente hablando, claro, y salvando las distancias).
Anni B Sweet ya era otra cosa, y no por la importancia que
tiene como pieza clave del actual entramado folk-indie
o como lo queramos llamar, sino porque esta mujer transmite, y además toca bien
y sabe componer canciones cercanas al escalofrÃo. En una reciente charla me
contaba que aún le queda mucho por aprender y que su única pretensión es seguir
en esto muchÃsimo tiempo para algún dÃa componer un disco de esos que siempre
llevarÃas contigo a todas partes. Con el último, ‘Oh monsters!’, se va
aproximando, y hay que reconocerle los arrestos para plantarse ante unos
cuantos fieles que aún tendrÃan que despertar del letargo solar acompañada sólo
de su Gibson y volcando sus entrañas en ‘Locked in verses’, una pequeña
maravilla paradigmática del “menos es más” al que suelen recurrir, no siempre
con acierto, la mayorÃa de artistas de su mismo palo. Esta chica no es sólo la
que hizo aquella dulce versión del ‘Take on me’, sino la misma que pasea su
look indie retro y sus versos
encerrados por los festivales de toda España y toca ‘Ridiculous games 2060’,
‘Getting older’, ‘Catastrophe of love’ para tocar la fibra del respetable,
secundada por el gran Manuel Cabezalà (lÃder de Havalina y uno de los mejores
guitarristas del pop español) como jefe de una banda enorme, que no necesita
grandes solos ni efectistas golpes de instrumento para hacerse notar incluso en
los grandes momentos del anterior disco de la malagueña, recordados con ‘Oh I
oh oh I’ o ‘Motorway’. Eso sÃ, no nos atreveremos a contradecir a los que
abandonaron tras las primeras canciones con la excusa de que una música hecha
para subir los cascos y cerrar los ojos no encaja en un festival diseñado para
el desmadre (yo añadirÃa que entre otras cosas). Sin embargo, lo de
Supersubmarina es un fenómeno digno de otro tipo de análisis, y estas lÃneas se
quedarÃan cortas para entrar en detalles. Siendo un grupo normalito, a ratos
muy del montón, han caÃdo en gracia por penetrar de forma muy superficial en la
veta del pop independiente y han tenido la suerte de llegar en el momento
justo, aprovechando los coletazos del inicial boom de Vetusta Morla para llegar a un amplio porcentaje de público
que ignora sus enormes limitaciones y, sobre todo, su escasa capacidad de
comunicación en directo, a la que contribuye la frialdad de su cantante. En
esta edición les cedieron el escenario principal tras comprobar que el año
pasado fueron uno de los señuelos del secundario. Tal vez su preferencia por
publicar EPs les beneficia, porque en pequeñas dosis hasta se le puede ver la
gracia a temas como el pegadizo ‘Ana’, uno de sus himnos en vivo, insertado
entre las nuevas canciones que componen ‘Santacruz’, su nueva y lujosa
producción. Aparte de escuchar a la audiencia, sobre todo a la parte femenina,
corear sin desmayo los estribillos de ‘Eléctrico’ y ‘Cientocero’, comparar esta
actuación con la que vimos hace unos meses en el Festival Territorios Sevilla es tarea imposible, fundamentalmente porque ambas fueron un calco. Seremos
cautos, pero me da en la nariz que los ubetenses tocaron techo con
‘Electroviral’, y eso no es muy halagüeño tratándose de un disco de debut.
Les tocaba a Maga, tras el cambio de última hora, y aunque
la fidelidad a sus presupuestos es mucha, el pop no demasiado fácil que
practican y la necesidad de reajustar el set
list para este tipo de citas puede resultar en un concierto con altibajos.
‘Satie contra Godzilla’ es un disco prácticamente conceptual y bien trabajado,
pero tan crÃptico o más que los anteriores, y Miguel Rivera intenta compartir
su literatura como si fuera fácil llegar al tÃpico momento “karaoke”, aunque lo hubo con ‘Diecinueve’ y ‘Piedraluna’, por
ejemplo. Básicamente centrados en sus dos últimos trabajos, su desparpajo
escénico y las ganas de conectar con el público hicieron que les perdonásemos
algunas de las tediosas introducciones de teclado del también guitarrista César
DÃaz, y hasta el final se hicieron con las riendas de un sonido claramente mejorable
(otra vez) invitándonos a seguir disfrutando ‘Hasta despertar’.
Aún faltaba mucho para eso, ni siquiera pensábamos en irnos
a dormir, porque nuestra gran cita de la noche (para la sección británica y
gran parte de la autóctona lo era la de Kaiser Chiefs) era la que tenÃamos
programada con Sidonie y su nuevo giro psicodélico en ‘El fluido GarcÃa’,
presentado sólo a medias para desenfundar las armas habituales de combate y
disparar sus balas más certeras: ‘Persona’, ‘La sombra’, ‘Giraluna’ (en versión
semiacústica y fragmentada para hacernos partÃcipes de los coros), ‘El bosque’,
‘Tormenta de verano’, ‘El incendio’ y por supuesto el imprescindible
‘Fascinado’. La inclusión de ‘Perros’ en lugar de la esperada ‘On the sofa’
contó con la participación adicional de Ronald, una especie de alter ego de Marc Ros en forma de muñeco
que puso la acostumbrada nota lúdica de sus conciertos. Hacia el final, la
versión del ‘Subterranean homesick blues’ de Dylan y el necesario ‘Nuestro baile del viernes’ para echar el telón a una de nuestras grandes bandas que
refrendó un sonido robusto con la ayuda del cuarto Sidonie, David T. Ginzo (no
os perdáis su proyecto en solitario, Tuya) y dejó que nos preparásemos sin
apenas solución de continuidad para recibir a The Sounds, unos suecos desenfadados con el
hispano Félix RodrÃguez a la guitarra solista que no inventan nada nuevo pero
que mezclando punk bailable, new wave clásica y guiños al nuevo rock
alternativo han colado sus canciones en famosos juegos para videoconsolas y
bandas sonoras. ‘Something to die for’ o ‘Yeah yeah yeah’ son todo un espectáculo,
pura carne de festival, especialmente a la hora en que fue programada su
actuación, cuando el cuerpo aguanta todo lo que le echen y más. El reposo habÃa
venido antes, sin los agobios de los principales emplazamientos, en el escenario
donde las bandas con menor cabida mediática intentan trascender los lÃmites del
ostracismo. El caso de Metropol, valencianos reconocidos en media Europa y hasta
en USA, es uno de los más claros: aferrados a la independencia discográfica,
presentaron ante apenas unas decenas de sounders
los temas de ‘My own gravity’, próximos
a un rock duro más festivo de lo habitual.
Y llegamos a los Kaiser Chiefs. A
tiempo para ver cómo, apenas en el segundo tema, Ricky Wilson ya estaba
encaramado en las vallas de seguridad medio abrazado a los fans, para poner los
puntos sobre las Ães y que la gente tuviera claro quiénes eran los reyes de la
noche. Aunque, para decir la verdad, salir de gira con un disco recopilatorio
recién editado sólo te deja margen para volver a tocar lo que todos esperan,
sin necesidad de habérselo comprado ni siquiera saber de su existencia. Como
son muy buenos, muy salvajes y todo eso, subsanaron el posible obstáculo con la
receta habitual, potencia y seguridad en sus hits ‘Never miss a beat’, ‘I predict a riot’, ‘Everyday I love you less and less’ y el socorrido ‘Na na na na na’ para que todos se volvieran
locos. Los bad boys de Leeds no
decepcionaron, pero la etiqueta de imprescindibles de la penúltima hornada de
grandes bandas british está a punto
de despegarse de su nombre. A lo mejor era el sonido (acostumbraos a seguir
leyendo sobre él en las siguientes crónicas) o lo machacados que los tenemos, pero
la vista y el oÃdo ya estaban puestos en la siguiente jornada, que por el
vistazo que echamos al programa tampoco estarÃa llena de sorpresas… o sÃ. De
ella daremos cuenta en breve, y espero que sobrevivamos para contar las
siguientes.
ZENTTRIC
ANNI B SWEET
Texto y vÃdeos: JJ Stone
FotografÃas: Raisa McCartney
1 Comentarios
Me ha encantado la crónica, perfectamente expresada y con detalles que la hacen de lectura obligada para cualquier asistente y quien se quedó en casa para entender mejor el festival.
ResponderEliminarUn saludo!!
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